En medio de los cardos vive la amapola, en los bordes de la oscuridad anida la claridad y en el corazón de la tragedia siempre hay un hueco para la esperanza. Ha ocurrido en Sanzoles. El fuego se ha llevado las ilusiones de una familia ganadera, que ha perdido el trabajo de muchos años, el sentido de madrugar antes del alba. Las llamas han destruido su hacienda y han abrasado su esperanza.

Duelen las quemaduras, pero más el sentimiento de desolación que avivan las pavesas que desprende la desesperación. Pero ahí, en el rescoldo de la nada, es donde ha crecido el sentimiento de solidaridad, el sentido de unión: todos juntos contra la desgracia. Los vecinos se han movilizado, han luchado contra lo imposible y han hecho piña para arropar a la familia de Juan Jesús Gallego. Un ejemplo, sin duda, de lo que hay que hacer cuando las cosas vienen mal dadas.

Dicen que Sanzoles es un pueblo separado por colores. Mentira, si acaso por personalismos fatuos. Las llamas han desleído los atisbos de tonos, todos a una han empujado para evitar males mayores, se ha recompuesto el sentir de grupo y la tragedia ha puesto a cada uno en su sitio, junto al otro, codo con codo.

Las imágenes vividas estos días quedarán grabadas en la pequeña historia del pueblo. Me quedo con tres: mayores y pequeños arrastrando a las ovejas para evitar que perecieran abrasadas, no se pudieron salvar todas, pero sí la mayoría; los tractores, sincronizados y asumiendo muchos riesgos, abriendo cortafuegos el domingo y la noche del lunes para evitar que las llamas se extendieran y quemaran cientos de hectáreas (pudo ocurrir); y un bombero, tumbado, casi inconsciente, siendo aliviado por los vecinos.

Pero la solidaridad no debe ser mariposa de un día.

La pérdida de bienes se consuela con nuevos bienes y para eso hace falta apoyo. El pueblo debe estar ahí, comprometerse con la familia afectada, ganadera y quesera, ejemplo de emprendimiento. Y reivindicar ante quien sea un trato preferente para el ámbito rural que vive mucho más lejos de servicios como el de bomberos o el sanitario que el urbano.

P.D. Sanzoles, el pueblo del Zangarrón, ha dado un ejemplo de unidad ante la tragedia. Que aprendan, que aprendan los partidos políticos que tienen que gestionar el drama del coronavirus.