“Id para el prado que allí está el lío, lo mismo os encontráis a las cigüeñas”. Amador Zamorano, saucano y taurino de pro, recurría ayer al sarcasmo mientras transitaba por el mercadillo de Fuentesaúco con su inseparable cámara al hombro. En condiciones normales tendría el objetivo preparado para inmortalizar espantes y encierros, pero Fuentesaúco se ha quedado este año sin sus tradicionales y multitidinarias Fiestas de la Visitación.

El COVID 19 se ha llevado por delante las esencias de una tradición que no conocía un año similar desde que, allá por 1965, por motivos económicos no hubo toros y un grupo de jóvenes improvisaron un encierro con burros. Antes, habría que remontarse a la Guerra Civil. Por ello 2020 pasará a la historia de las Fiestas de la Visitación, patrona de la villa de La Guareña y, en condiciones normales, epicentro de aficionados al mundo del toro que por miles se reunen cada primer fin de semana de julio en Fuentesaúco.

“Hoy en un año normal hoy se celebraría el encierro de la sal” evocaba el profesor Ángel Rodríguez sentado en una terraza. Con las talanqueras encerradas, ayer por la mañana el protagonismo se lo llevaba un mercadillo que, poco a poco, intenta rehacerse del parón impuesto por el Estado de Alarma. “La cosa está floja, la gente tiene miedo. Poco dinero, poco trabajo, la gente viene sin ánimo” resumía Enrique Fernández, vendedor de ropa de Zamora que desde hace más de tres décadas recala con su puesto en la Plaza de Santa María de Fuentesaúco.

Ayer eran 46 los puestos que se situaban en la emblemática plaza y sus alrededores. En general el sentir de los vendedores no era muy optimista. “La gente tiene miedo de salir, sobre todo los mayores” comentaban Juan Antonio Menéndez y Mª Carmen Moreno, llegados de Salamanca con su puesto de plantas y plantones para los huertos. Así desde el año 1982, casi 40 años. “Cuando empezamos a venir no había ni mercadillo, estábamos dos vendiendo” recordaba Juan Antonio. Muchos años de experiencia pero ninguno como este, marcado por la pandemia.

Provistos de mascarillas, los vendedores intentaban hacer caja conscientes de que “tiene que pasar más tiempo a ver si esto arranca” expresaba otra joven salmantina. Entre la oferta, un ajero local dando salida a las ristras antes de la feria de este fin de semana en Zamora. El coronavirus obliga a mantener distancias, abrir espacios separando los puestos en aras de evitar el temido contagio y habilitando una calle de subida (Iglesia) y otra de bajada (Papatos), controladas por una persona.

Todas las medidas son pocas, más cuando los pueblos empiezan a llenarse de veraneantes. Por eso se suceden las advertencias desde el Ayuntamiento, implorando a que “sigamos con el uso de la mascarilla, que es obligatorio. No olvidemos que es el principal medio para evitar contagio, unido a una higiene de limpieza de manos”.

Con las terrazas llenas y el tiempo invitando a la relajación, saltó el rumor de un posible contagio en el pueblo que el Ayuntamiento se apresuró a desmentir. “No hay constancia. Lo importante en esta situación es que sigamos los protocolos y no olvidemos la mascarilla, que debemos usarla y mantener distancia social”.

El miedo a rebrotes se hizo evidente a medida que pasaba la mañana hasta el extremo de que el equipo de gobierno decidió suspender el espectáculo de doma de caballos previsto para esta tarde en la plaza de toros. “Por precaución” justificó el alcalde, Eduardo Folgado.