Jaime Nuño González y Alonso Domínguez Bolaños revelaron ayer en el Museo de Zamora todos los secretos sobre las civilizaciones que habitaron el Esla en la Antigüedad que revelan ciertos restos arqueológicos hallados en Muelas del Pan, durante la presentación de su nuevo libro "Lapidario Romano procedente de El Cristo de San Esteban. Muelas del Pan. Retazos de un mundo en 179 fragmentos",editado por el Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo.

Estos fragmentos aparecieron en torno a la ermita de Muelas del Pan en la década de los 90 del siglo XX, durante las obras de construcción del puente de la N-122 sobre el embalse del Esla. Allí se descubrió un asentamiento que estuvo habitado desde finales del siglo IV hasta finales del siglo V o comienzos del VI, donde aún se podían observar los restos de dos viviendas, materiales cerámicos y metales, y una muralla que parecía hecha muy deprisa llena de piedras con epigrafía que no se correspondía a esa época.

Estos arqueólogos, por tanto, se encontraron con material para llevara cabo un exhaustivo trabajo de investigación que les ha llevado a concluir que el asentamiento se corresponde a la legada de los pueblos germánicos, y creen que el estaba concretamente vinculado a los suevos, y relacionan la necesidad de amurallarlo con la conquista del rey visigido Leovigildo.

Sin embargo, la epigrafía encontrada en esas piedras se ha datado entre los siglos I y III d.C. y son inscripciones funerarias con nombres en su mayoría de origen indígena, pero también algunos de latinos. Se ha identificado el género de 31 de las personas a-22 mujeres y 9 hombres - y sus edades van desde los 2 años hasta los 90, con una media de edad de 30 años.

Los investigadores creen que las piedras proceden de otro asentamiento hispanorromano que los suevos se habrían encontrado abandonado a orillas del Esla, aguas arriba, y que aprovecharon la corriente del río para transportarlas.