Puesta en marcha por primera vez a finales del siglo XIX por la importante concentración de estaño existente en la zona, la mina de Valtreixal volverá a estar operativa. En este caso, la causa está en otro mineral. Se trata del wolframio, mucho más apreciado por la industria, más caro y, también, más costoso de extraer. El Servicio Territorial de Industria, Comercio y Economía trabaja ya para autorizar la explotación de la zona afectada, unas 250 hectáreas en las que la empresa "Valtreixal Resources Spain", perteneciente a un grupo canadiense, invertirá algo más de 42 millones de dólares. Se crearán unos doscientos puestos de trabajo directos y 400 indirectos. Aunque los trámites administrativos llegan su curso, pocos dudan de que el proyecto saldrá adelante.

Los primeros trabajos de la mina se desarrollan de manera artesanal entre 1885 y 1939 por parte de la familia Sacristán Galarza. Con medios económicos aún muy limitados se realiza, ya a mediados del siglo XX, una explotación semi industrial y entre 1948 y 1969 tiene lugar la primera explotación ya con características industriales llevada a cabo por la empresa Estannifera de Santa Bárbara. El punto de inflexión de la mina llega en 1974. Desde ese año y durante los siguientes doce la empresa Nacional Adaro de Investigaciones Mineras comienza una importante investigación que pone de manifiesto la existencia de importantes concentraciones de wolframio en la zona. La investigación es después continuada por Siemcalsa -Sociedad de Investigación y Explotación Minera de Castilla y León- y cristaliza en lo que hoy está a punto de convertirse en una realidad.

El proyecto ha logrado sortear los posibles impedimentos medioambientales inherentes a cualquier explotación de estas características. Según la documentación de Siemcalsa "la mina se encuentra ubicada en el límite occidental del Espacio Natural Sierra de la Culebra, pero esta figura de protección no implica restricciones añadidas a las prescripciones de cualquier investigación o explotación minera fuera de ella". La Junta, con todo, extrema las precauciones en este punto. "El carácter de la minería y la sensibilidad ambiental de amplios sectores de la sociedad hacen que sea conveniente ser muy garantistas en la tramitación de todos los expedientes para evitar futuras complicaciones". Así, paralelamente a las normas urbanísticas aprobadas para Pedralba de la Pradería y a los expedientes que se tramitan en Industria, se ha solicitado un informe a Portugal sobre la mina, ya que la explotación se encuentra muy cerca de la frontera lusa. Esto supone el paso del expediente por la Consejería de Fomento y Medio Ambiente, por el Ministerio de Transición Ecológica, Asuntos Exteriores y sus homólogos portugueses. Una tramitación que no se antoja breve pero que, confía la Junta, se traduzca en la "resurrección" de Valtreixal.