Mientras España se asoma a la nueva normalidad, Diana Prieto se enfrenta desde hace una semana a su confinamiento más estricto. Catorce días de encierro forzoso son el peaje que tiene que pagar esta mujer para instalarse en Andavías tras siete años en Carolina del Norte, donde ejercía como subdirectora de un centro de español en la Universidad de Elon. La pandemia ha convertido la mudanza en un proceso caótico, plagado de incertidumbre, aplazamiento de los vuelos y tensión por las noticias que se iban sucediendo en España. Un proceso que va desde la decisión de regresar, definitiva en febrero, hasta primeros de junio.

Y es que Diana comunicó a la universidad que dejaba su puesto justo antes del inicio de la pandemia: "Compré los billetes de avión y, en nada, ya cancelaron las clases", explica esta joven, que se dedicaba a enseñar español y a servir como apoyo de los alumnos latinos, y que ha pasado la primavera bajo unas restricciones más livianas que las impuestas en su país de origen. "Cerraron algunas cosas, pero muchos negocios siguieron abiertos y se permitía la movilidad", destaca la zamorana.

Así discurrió la primera fase de la pandemia para esta joven, con raíces en Andavías, que cerró su etapa americana el 31 de mayo y que, "después de cinco cambios de fecha", pudo volar a Madrid la semana pasada. Lo hizo desde Dallas, y después de una serie de gestiones para conseguir que su padre pudiera ir a recogerla al aeropuerto: "Me mudaba después de siete años y llevaba cinco maletas llenas y una perra, y tampoco me parecía adecuado coger el transporte público", señala.

Así pues, a través de un contacto en la Guardia Civil, el padre de Diana, residente en Palencia, consiguió un salvoconducto para desplazarse hasta Madrid, llevar a su hija al domicilio familiar en Andavías y regresar: "Él llevaba un papel con todo lo que podía hacer y con los diferentes horarios", apunta la zamorana.

Unas horas antes, Diana embarcó en Dallas: "No tuve que sacar el billete; accedí a través del reconocimiento facial", subraya. A su llegada a España, se tuvo que someter a un control de la temperatura y entregar un papel en el que se comprometía a pasar catorce días en cuarentena y a indicar el lugar en el que iba a residir durante estas dos semanas.

Una vez en su domicilio, y tras el largo viaje, la zamorana se vio vencida por el sueño: "Creo que eran las nueve más o menos, todavía era de día, pero entre el vuelo y la diferencia horaria...". Sin tiempo para dormirse, el sonido del timbre perturbó su descanso. Era la Guardia Civil: "Me preguntaron si era Diana Prieto Viñas, si había viajado en tal vuelo y si sabía lo que tenía que hacer", remarca la protagonista de la historia.

Aquello ocurrió el pasado jueves y, desde entonces, Diana vive sola, con su perra Lana, en este pequeño pueblo de 440 habitantes. Sus padres, "población de riesgo", residen en Palencia, pero en la casa contigua viven sus abuelos, Ursino y Tomasa, con quienes aún tiene pendiente un abrazo: "Te dan ganas, pero nos vemos por aquí fuera", comenta la andaviana, que buscará ahora nuevos retos profesionales tras salir de un país que sigue sufriendo con crudeza los efectos de la pandemia.

Diana entiende a quien, como ella, opte por marcharse de Estados Unidos mientras Donald Trump continúe al frente: "Creo que hay mucha gente que se está yendo", asegura la zamorana, que recuerda "las caras de funeral" de los estudiantes afroamericanos después de la elección del presidente actual en noviembre de 2016: "Desde entonces ha habido algunos incidentes y mucha controversia en mi universidad, con gente que se ve reforzada con ciertas actitudes hacia las minorías", lamenta Diana Prieto.

Ahora, su futuro profesional se sitúa algo más próximo en el mapa. Andavías y Salamanca están a menos de 100 kilómetros, lejos de los 6.000 que separan el pueblo de Diana y Carolina del Norte: "Ya tenía ganas de estar más cerca de la familia y de los amigos", remarca. Lo que seguramente no esperaba esta zamorana era tener que aplazar dos semanas los abrazos y los reencuentros. Su confinamiento quedará atrás, por fin, el próximo jueves, y ante sí ya se vislumbra otra vida en España y la nueva normalidad.