Los 84 vecinos de Porto de Sanabria estrenaron el lunes su paso a "fase 1" de desescalada con sosiego, el mismo en el que vive la mayor parte de sus residentes. Nadie lleva ni mascarilla ni guantes, por incomodidad, y por cierta confianza al no tener ningún caso de coronavirus. Los vecinos reconocen que al principio costó un poco confinarse en las casas, pero un par de visitas y avisos de la Guardia Civil de Lubián, disuadieron otras intenciones.

El único establecimiento del pueblo, el bar Rabel, no ha abierto al no estar permitido entrar dentro. La climatología de mayo es propicia para la huertos y ganados de alta montaña pero no para poner la terraza.

Claudio Muela y José Pérez coinciden en el ferial a primera hora de la mañana, al ritmo de las funciones que marca el carretillo y los caballos. Claudio está prejubilado y reparte larga temporadas de residente en Madrid y en la villa portexa. Casi una semana antes de que se impusiera el Estado de Alarma, Claudio había vuelto al pueblo y en él ha permanecido. José Pérez ha pasado estos días entre su casa y el atender los caballos.

La gran duda de los vecinos es si pueden ir al pueblo de A Veiga, a 25 kilómetros, a comprar planta para los huertos. El dilema residen en que A Veiga pertenece a la provincia de Ourense y a Galicia, comunidad en fase 1. Algunos vecinos han encargos en Verín las patatas para sembrar que les queda más cerca que Puebla. El hospital de referencia es el deVerín,precisamente en la otra comunidad. Los gobiernos no reparan en la peculiarida económica, social y cultural de las fronteras.

En Porto no hubo aglomeraciones. La cuadrilla que habitualmente se une para ir a vinos es de siete u ocho, como calcula Claudio, y para la partida otros tantos. El bar de Soledad Bruña es precisamente lugar de reunión pero "si no pueden entrar dentro a echar la partida no van a estar fuera". Para esta semana da lluvia y no hay ninguna intención de poner terraza., hasta el verano no se plantea abrir. Una apertura condicionada a que los veraneantes puedan venir al pueblo a sus casas en el pueblo, especialmente en agosto.

El grupo más numeroso, y tampoco llega a las 10 personas, esperaba el lunes a la puerta del consultorio. El enfermero de Lubián atendió curas y controles rutinarios, bajo dos indicaciones. La primera es que solo entrarán de uno en uno al interior. La segunda es que la reanudación de las consultas en el pueblo, por el momento, no son obligatorias.

La atención se centra en el Centro de Salud de Lubián con cita previa telefónica. El enfermero, con guantes y mascarilla, llama por orden a los citados. La furgoneta del pan para en la misma plaza. El corrillo tampoco llega al máximo de 10 compradoras. La panadera, pertrechada de guantes y mascarilla, entrega los encargos. Al dar las vueltas desinfecta las monedas . A los vecinos de Porto no les ha faltado el abastecimiento de productos de primera necesidad, ni los medicamentos que, si no pueden desplazarse, se envían desde Lubián.

Los vecinos reconocen que se tendrán que acostumbrar a mantener la distancia y ponerse mascarilla y guantes cuando vengan los veraneantes, si les dejan.