Yaiza Martín Fradejas es una periodista zamorana, vecina de Monfarracinos, que el 1 de febrero llegó a Bogotá con un proyecto de nueve meses para recorrer América Latina, empaparse de su cultura y buscar reportajes interesantes para publicar en medios de comunicación europeos. Tras un primer mes lleno de experiencias positivas, la llegada del coronavirus a España provocó una actitud de miedo y rechazo hacia los españoles en el país suramericano, y Yaiza se vio en la calle, expulsada de la casa donde vivía y con las puertas de todos los hoteles cerradas para ella.

-Usted lleva en Colombia desde el 1 de febrero, ¿cuándo empezaron a llegar la población colombiana las primeras noticias sobre la situación de la crisis sanitaria en España?

-A primeros de marzo se comenzó a hablar sobre España, pero fue sobre todo a mediados de mes, cuando se comenzaron a tomar medidas.

-¿Cómo de extendida está la epidemia en Colombia, y qué medidas de precaución han tomado?

-El primer caso fue en torno al 6 de marzo, pero empezó con cuentagotas y no se esperaba que la situación llegara a ser tan grave como en Europa. Hoy (por ayer) hay ya 470 casos diagnosticados y cuatro fallecimientos por COVID-19, los números van aumentando. Los primeros en tomar medidas fueron distintos departamentos, que son como nuestras Comunidades Autónomas. Unos cerraban sus fronteras a extranjeros, otros decretaban un toque de queda, hubo algunos días de confusión hasta que el Gobierno de Iván Duque tomó las riendas de la situación. Desde el pasado lunes están en cuarentena en sus casas, igual que en España.

-¿Cuándo empezó a cambiar la actitud de la población colombiana hacia la colonia de españoles en el país?

-A mediados de marzo, cuando la cifra de contagios comenzó a aumentar en Colombia y en España ya hablábamos de un número de infectados importante. Creo que estamos hablando de poblaciones que se alarman con poco, que se aferran mucho a las fake news, se informan principalmente a través de WhatsApp y es muy fácil que lleguen noticias falsas que contribuyen a aumentar aún más el pánico. A mediados de marzo, cuando empezaban a crecer los casos diagnosticados en Colombia y otros países de América Latina ya adoptaban medidas fue cuando comenzaron las reacciones xenófobas por su parte. En mi caso había llegado al país el 1 de febrero, antes de que la epidemia se extendiera por España, y no tenía ningún sentido, pero eso les daba igual, con el hecho de ser española bastaba para ellos.

-¿De qué manera le repercutió personalmente?

-Tenía un proyecto personal que incluía viaje largo por América Latina, de muchos meses, y se me fastidió por completo cuando solamente llevaba un mes y medio. Económicamente, no recuperaré el dinero de varios billetes que tenía comprados para viajar por Colombia, ni un seguro que tenía contratado para un año entero.

-¿Cómo le hacía sentir ese rechazo generalizado por el mero hecho de ser española? ¿Se podría hablar de actitudes xenófobas?

-Es una xenofobia irracional, injustificada como todas, pero irracional porque la gente no era consciente, ya solo el hecho de ser extranjera provocaba pavor en las personas. Es curioso porque uno no está acostumbrado a ese tipo de rechazo por este tipo de razones, y además en mi caso no tenía ningún sentido porque yo llevaba en Colombia mucho tiempo.

-¿Había experimentado algo así en otro país, se había imaginado alguna vez verse en una situación de discriminación como esta?

-Para nada, llevaba siete años en Francia y nunca jamás viví ningún episodio xenófobo, y en Colombia hasta ese momento estaba teniendo muy buenas experiencias. Se habla de que a los españoles en América Latina se nos puede rechazar en ocasiones por motivos, pero no es para nada lo que me encontré. De repente cambia la actitud de la gente hacia ti, y eso también fue un aprendizaje porque es interesante ponerse en la piel de otro, pero sucedió de una manera muy brusca e inesperada. Pasé de ser muy bien recibida y de que todo el mundo me tratara muy amablemente en Colombia a que la madre de mi propia amiga, alguien que además ya me conocía, me echara de su casa por ser española. Un paso muy grande, de todo a nada, del agua al vino, entonces fue un poco raro.

-Son unas actitudes similares a las que se han dado recientemente en España respecto a la población de origen chino, ¿debemos aprender una lección los españoles?

-Claro, tenemos que aprender una lección porque en España por supuesto que hubo mucho rechazo a la población de origen asiático desde el mes de enero, sé que en Francia también se repitieron los episodios xenófobos hacia este tipo de población. Y en este caso todos vamos en el mismo barco, un barco que se puede hundir, pero va toda la humanidad dentro, nadie tiene más culpa que nadie, nadie es más o menos susceptible a contagiarte o de ser contagiado. Todos estamos indefensos ante este virus y tendríamos que desarrollar cierta solidaridad en lugar de rechazo al extranjero. En mi caso, no tenía ningún sentido que yo me fuera de casa de mi amiga, ninguno. Había abandonado España el 1 de febrero, y además, la que estaba empezando a tener síntomas de catarro era ella, no yo. En fin, en esos casos la gente no piensa de manera racional y se deja llevar un poco por el pánico generalizado. Pero sí, desde luego que es para aprender una lección y yo lo considero todo un aprendizaje lo que me ha pasado.

-¿Conoce otros casos de españoles en Colombia afectados por esa xenofobia y de qué forma?

-Vi gente en el aeropuerto que habían visto cómo los hoteles le negaban el acceso, no solo españoles, también franceses. Concretamente hablé con una pareja de franceses que habían llamado a un hotel por recomendación de la embajada francesa y directamente el hotel, cuando escuchó que eran franceses, colgó. Estábamos viendo todos cómo se nos cerraban las puertas de todos los alojamientos, ese era el problema.

-¿Qué información les llegó del Gobierno español tras la declaración del estado de alarma?

-Cero. En mi caso me sorprendió, porque yo estoy inscrita en el registro de viajeros del Ministerio de Exteriores. Cuando me fui a Colombia rellené un formulario para que el Gobierno español supiera que yo estoy en estos meses en Colombia y contaba con que en este tipo de casos me contactaran, aunque por email.

-¿El consulado hizo algo para defender vuestros derechos frente a esas actitudes xenófobas?

-Yo no sé si el consultado era consciente de que eso estaba sucediendo. En mi caso, las situaciones de discriminación se dieron después de que yo pasara por el consulado de España en Bogotá para tratar de informarme sobre las consecuencias de la declaración del estado de alarma para los españoles en el extranjero. Lo que me encontré fue una falta de asistencia total. Ni siquiera recibían a la gente, para no exponerse al virus los funcionarios, y la única información ni siquiera me llegó del personal del consulado, sino del guardia civil de la puerta, que me habló a través de una reja para decirme algo bastante obvio, que las opciones eran dos, volver a España o quedarme en Bogotá. Pero me aseguró que no me iba a pasar nada si me quedaba en Bogotá, ¿con qué certeza me dicen eso en momento en el que el Gobierno estaba pidiendo a todos los españoles que se encontraban viajando que volviéramos a casa? Luego me dio un número de teléfono el consulado que nadie contestaba. No es que comunicara por estar saturado, es que no cogían el teléfono.

-¿Cómo valora la labor del consulado español en sus últimos días en Colombia?

-Una falta de asistencia total. Cuando uno viaja solo, y encima le pasa esto, se queda sin alojamiento, y el consulado te da con la puerta en las narices y no te cogen el teléfono te sientes abandonada.