Nunca como ahora, con la crisis sanitaria del coronavirus paralizando todo el país, cobra tanto valor el servicio que prestan pequeñas tiendas de alimentación en el mundo rural y vendedores ambulantes que llegan con su vehículo hasta los pueblos más pequeñitos.

Antonio Orozco, con su comercio en Andavías, y Antonio Blanco a bordo de su furgoneta recorriendo una parte de la geografía de Sayago, son dos ejemplos del trabajo fundamental, y muchas veces no reconocido, que realizan estos pequeños empresarios.

Hace más de 30 años que Antonio Blanco lleva recorriendo los pueblos con su furgoneta cargada de alimentos. Fadón, Gáname, Fresnadillo, Villanueva de la Ladre, Pereruela, Malillos, La Tuda, Sogo, Monumenta o Villardiegua de la Ribera reciben periódicamente la visita de este vendedor ambulante que lleva a la puerta de casa, desde fruta y verdura fresca hasta todo tipo de alimentos en seco. La última vez, el sábado en Pereruela de Sayago, y hoy se dispone a emprender la ruta aunque no si cierta inquietud e incertidumbre por la deriva que están tomando los acontecimientos.

"Yo voy a salir, no quiero dejar a la gente colgada y espero que no haya problema, pero tampoco sabemos nada concreto y no se dónde informarme" comentaba ayer el vendedor ambulante.

Antonio Gago piensa que está asegurado el abastecimiento, al menos "a día de hoy porque en Mercazamora no hay problema". Y si hay algo que ha garantizado el gobierno es el abastecimiento de alimentos a la población. Por eso, espera "que no nos pongan problemas" para la prestación de un servicio muy estimado en los pueblos, especialmente personas mayores sin posibilidades de desplazarse. "Hay gente que depende de nosotros porque les llevas todo" afirman el vendedor.

Los últimos días Gago ha percibido la inquietud de la clientela, en muchos casos personas solas. Y ahora también emigrantes que han vuelto huyendo del contagio del coronavirus; "algunos pueblos casi están como en verano".

Otro vendedor, Antonio Orozco, lleva unos días de mucho ajetreo en su tienda de Andavías, acentuado desde la tarde del jueves cuando empezaron a saltar las alarmas sobre la dimensión que iba adquiriendo la pandemia. Los consumidores rurales no son ajenos a la creciente alarma creada por la emergencia sanitaria y han llenado sus despensas. En alimentos especialmente llamativo ha sido el aprovisionamiento de patatas; "en estos días hemos vendido más de 300 kilos" precisa Orozco. También han volado las naranjas y, desde luego, papel higiénico, gel desinfectante y alcohol.

"No hay problema de abastecimiento" precisa este comerciante de Andavías para tranquilidad del vecindario. Y así se lo transmite a sus clientes, inquietos y en muchos casos confundidos y sobrepasados con todo lo que está ocurriendo. Tampoco hay problema con el suministro de carne y embutidos, procedente de un proveedor de Fermoselle que ya le ha garantizado género.

Orozco no se muestra preocupado porque "tenemos un sistema de distribución muy eficiente y en estos días está funcionando a la perfección". Sobre el ambiente que se palpa en el supermercado, un buen marcador del sentir del vecinario, el comerciante de Andavías percibe "una calma tensa". Antonio Orozco, "Currito" para todo el mundo" atendía ayer a los clientes, pocos, . En las horas que abrió por la mañana vendió alguna cajetilla de tabaco y cosas muy puntuales porque las grandes compras ya se habían hecho. "La gente ha cargado los días previos", tanto que las ventas se han llegado casi a doblar respecto a un fin de semana normal. "Hemos pasado de cestas de unos 70 euros a 100-110".

A punto de cumplir los diez años desde que abrió el supermercado, Antonio se mantiene al pie del cañón en la confianza de que se pueda seguir prestando el servicio con total normalidad. Y que el 14 de mayo pueda celebrar el décimo aniversario con la normalidad recuperada.