La invasión de unos y otros acotados alistanos por cazadores sin escrúpulos, para hacerse con trofeos de valor, ha terminado por llegar esta semana a los Juzgados de Madrid, según informan fuentes del sector.

La intromisión y las muertes de animales ha sido constatada por la aparición de ciervos descabezados y de osamentas por una y otra parte de la comarca. La falta de acuerdo amistoso entre denunciantes y denunciados puede llevar el caso a una querella o derivar, si se analizan los documentos, hacia el posible descubrimiento de prácticas fraudulentas e irregulares, y terminar con sanciones económicas o la inhabilitación para la caza de los implicados.

"Los pastores comenzaron, en la primavera del pasado año, a encontrar restos de venado" informan en el sector de la caza. En Rabanales fueron hallados tres ciervos con la cabeza cortada. Pero el rastro del furtivismo y de la caza incontrolada también parece haberse dado en Samir, Alcañices, Moveros, Valer, Fradellos... Tantos episodios llevaron a los arrendatarios de los cotos asaltados "a investigar" con sus propios guardas de campo y por sí mismos en un intento de descubrir a los autores de estas prácticas. Como hoy día hacer fotografías de los animales es más que viable para quienes pisan el campo en firme, y se quiere saber la calidad de los animales silvestres que cuenta el acotado al fin de dar una imagen válida de los recursos cinegéticos, sucedió que un buen venado llamó la atención y fue inmortalizado. Dicho animal fue abatido y, vistas las fotografías, disputado por unos y otros por entender que era de tal acotado y no de otro. El caso atizó la denuncia entre los cazadores de las prácticas furtivas y está en curso judicial.

Ocurre que gestores, titulares cinegéticos y cazadores tienen un grupo de whatssap "donde hablamos de temas de gestión, de pérdida de perros, de si hay constancia de actividades ilícitas" y otras cuestiones abordadas, además, con el lenguaje y contundencia propia del sector de la caza. "Queremos limpiar de mierda la comarca y que ayuntamientos y la gente no contrate a gente conflictiva" en frase de uno del grupo. No obstante, existe una confidencialidad porque "queremos que lo que pasa en Las Vegas se quede en Las Vegas". Es una intercomunicación fluida y reinan las sospechan de la existencia de "grupos organizados" que se dedican a meterse por Aliste como si todo el campo fuera un ancha es Castilla.

Las sospechas recaen en "amigos", algunos con raíces en la zona, "que se dedican a ir por las noches con térmicos y faros infrarrojos por los cotos de los demás y a matar todo lo que se mueve". En sus recorridos nocturnos "abaten los animales, luego recogen las cabezas y, de esta forma, dejan la zona como un solar".

También se pone de manifiesto el uso y abuso que se hace de los precintos facilitados para marcar e identificar a los animales abatidos, con iguales sospechas de una utilización mangoneada si estas etiquetas quedan puramente en manos de cazadores que no respetan las formas.

Estas prácticas furtivas han sido puestas en conocimiento de las autoridades y de la Guardia Civil que, según fuentes cercanas, "están haciendo lo posible" por practicar detenciones. Lo afectados pone de manifiesto que son pocos efectivos para tan extenso territorio y para perseguir este tipo de, por ahora, presuntos delitos.

El furtivismo en los ámbitos exteriores de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra es algo constatado por la muerte de animales descubiertos, por los robos de piezas y trofeos habidos incluso en centros tan especiales como El Casal, pero también por los resultados obtenidos por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) como fue el decomiso de una docena de cabezas de ciervo en una nave de un pueblo de la zona de Tábara, sin contar con precinto alguno, y de cuyo final de expediente no se volvió a saber jamás.