Casi tres décadas trascurridas desde que la última niña naciera en Cerezal de Sanabria, cuatro niños rompen la tendencia demográfica y permiten reabrir la ruta escolar, además de alegrar el pueblo. Un niño recién nacido de una pareja joven y la familia numerosa de un matrimonio regresado de Argentina dan esperanzas al padrón del municipio. El censo de Cerezal, de una veintena de personas, ha crecido espectacularmente en un mes.

El más pequeño, Rodrigo Jiménez González, nació en Cerezal del 29 de diciembre, para cerrar el año 2019. Es el primer nacimiento en los últimos 29 años, cuando nació la última niña en el pueblo en 1991, aunque la familia se trasladó a vivir a Asturianos, la cabecera municipal. Los padres de Rodrigo, Rocío González Reina y Alberto Jiménez Estrada, se instalaron en el pueblo hace dos años. Un pueblo que califican de "muy tranquilo". El bebé es ahora "el juguete del pueblo" y cuando Rocío puede salir a pasear -con una tregua de la lluvia- las vecinas se acercan a ver al pequeño vecino.

El servicio más esencial en estos momentos "es el pediatra. Para cualquier prueba hemos tenido que ir a Zamora. Pierdes toda la mañana para una consulta que, la última duró, cinco minutos pero que te lleva toda la mañana" dice Alberto que tuvo que pedir esa mañana en el trabajo. Rocío es titulada en Educación Infantil. Con un carro de niño por las calles se ha dado cuenta de las barreras físicas para acceder a cualquier establecimiento.

Esta joven madre ha hecho la prueba con todas las farmacias de la zona, donde es difícil acceder con el carro del bebe, a lo que hay que sumar la falta de adaptación de las aceras en los pueblos donde se concentran el comercio y los servicios. Cerezal, como muchos pueblos, no tiene ningún comercio ni servicio. Para vivir en un pueblo no se necesitan muchas cosas, pero sí es necesario tener Internet, para algo tan sencillo como "pedir cita para el pediatra o el médico. Aprovecho cuando voy a trabajar para gestionar esas citas" explica Alberto, que desde Cerezal.

Lía Colino Nievas llega el viernes a casa apresurada por las horas, tras la revisión del pediatra con Lucio, Sebastián y la pequeña Indi. Es la madre de familia que junto con su marido, Fernando Fernández Figueroa, se han trasladado a vivir a Cerezal desde el 10 de diciembre. La madre y los hijos tienen doble nacionalidad, ya que sus abuelos eran de Cerezal. Si su marido que solo tiene nacionalidad argentina, pese a tener abuela española, encontraba trabajo, la familia tenía decidido que se instalaba en el pueblo de la familia de Lía. Y por fortuna conseguir el empleo fue rapidísimo en una empresa de fabricación de embutidos de la comarca. Fernando conducía autobuses en Buenos Aires y Lía era administrativo en el Hospital Español.

Alrededor de 48 años han trascurrido desde que la ruta escolar se cerró en este pequeño pueblo por falta de niños. El mayor de los hermanos, Lucio, asiste al Centro Rural Agrupado de Palacios de Sanabria donde cursa quinto de Primaria y desde el 20 de enero ya viene el autocar a buscarlo. Tras los primeros días de encontrarse de nuevas en el aula, Lucio se ha adaptado y destaca del curso "a mis compañeros, son amigables". Esas dos semanas sin trasporte se ha tenido que valer de familiares y vecinos para llevar al joven estudiante al colegio. Sebastián pasa la semana en un centro especializado, Virgen del Castillo de Zamora. La pequeña Indi de año y medio mira atenta.

La emigración familiar comenzó con los abuelos, Encarna y Avelino que de Cerezal emigraron a Argentina. El primer niño de la familia, José, había nacido en España y el segundo, Juan Carlos, nació en Argentina. El abuelo Avelino vivió 30 años en el país que lo acogió pero decidió volver a pasar los últimos años, 30 años en Cerezal. En esas tres décadas, Avelino fue haciendo dos casas, una para José y otra para Juan Carlos, el abuelo era ebanista y sabía bien el oficio. La casa de Juan Carlos, que falleció en Argentina, es la que ocupa ahora la familia y que para Lía no es nueva. La primera vez que vino a España fue en 2004 y sus recuerdos están vivos.

Aunque llevan poco tiempo han ido arreglando algunas cosas de la casa que se han ido deteriorando por falta de mantenimiento. Fernando Fernández tomó la decisión de venir a España por la situación que vive Argentina. El tema de la vivienda estaba relativamente resuelto en Cerezal porque "juntar la plata para venir no es fácil". La principal incertidumbre "eran los papeles de mi marido", aunque en cuestión de 15 días quedaron resueltos.

Esta joven madre dice que "aquí las cosas pueden estar mal y la gente quejarse, pero en Argentina con la inflación no sabes ni lo que lo que vas a poder comer al mes siguiente. Todo sube de precio, no sabes lo que vas a comprar para comer. Todo el esfuerzo que hagas para mejorar no sirve de nada, siempre estás en la misma situación. No puedes tener proyecto porque falta estabilidad económica y social". A la precariedad económica hay otra palabra que pesa "inseguridad". Y en Cerezal, tranquilidad y adaptarse a los horarios españoles, que no tienen nada que ver con los bonaerense.

El domingo, día 9 de febrero, hay una fiesta en el pueblo, en la sede de la asociación de jubilados, para festejar los 11 años de Lucio, un niño responsable y muy pendiente de sus hermanos.

Para la familia Jiménez González es una suerte que haya llegado la familia Fernández Colino, porque los más pequeños del pueblo, Rodrigo e Indi, se llevan poco más de un año y podrán compartir tiempo de juegos por el pueblo.