Aliste puso ayer el broche de oro a la celebración de las fiestas en honor a los "santos coloraos" o "santos de la nieve", denominaciones recibidas por el rojo de los ornamentos litúrgicos y por ser época, más antaño que ahora, de fuertes nevadas.

Era antaño enero el mes del descanso para los agricultores y ganaderos, tiempo de fiestas y casamientos, lejos de las duras labores de la cosecha (verano) y sementera (otoño), a la espera de la primavera para empezar con la "rielva" (labrado de las tierras segadas el año anterior). Los tiempos están cambiando y dice un dicho alistano que "los cambios casi siempre suelen ser para peor", y da en la llaga con los santos coloraos que antes tenían su fiesta entre el 15 (san Amaro) y el 22 (san Vicente) de este mes, con especial incidencia de "los mártires" (Fabián y Sebastián) el día 20 y San Antonio Abad (San Antón) el 17. Con los vecinos más jóvenes en la diáspora por motivos de estudios o trabajo y la escasez de curas no ha quedado otro remedio que, para mantener las fiestas, buscarle cobijo los fines de semana anterior y posterior.

Los devotos son fieles a sus creencias y a la vez conscientes de la situación: " Entre semana, en invierno, en los pueblos quedamos cuatro que no estamos ni para bajar el santo y llevarlo en procesión". Jóvenes (mozos y mozas), pero muy en particular los niños y niñas, llegan al rescate como mayordomos y mayordomas pero no están de lunes a vienes y hay que trasladar las fiestas a los sábados o domingos.

San Vicente de la Cabeza honró a su patrono san Vicente Mártir adorando una reliquia a la que se lleva venerando al menos 229 años, pues en 1791 el visitador de Compostela Manuel Cid y Monroy ya escribió: "Vienen a adorarla muchas personas tanto del país como de fuera, especialmente las que se hallen tocadas del mal de la rabia". Las mujeres cantaron y ofrecieron el ramo y se bendijo el pan contra los males de la rabia y la viruela.

Los pueblos alistanos cultivaron su devoción a aquellos santos abogados de alguna enfermedad y eran en Aliste muy venerados San Fabián y San Sebastián, cosa que ayer tuvo lugar en Valer, Tola y Las Torres. En algunos manuscritos se asevera que en tiempos remotos se declaró una epidemia muy maligna que llevó a la muerte a muchos alistanos y alistanas, remitiendo la enfermedad tras haber invocado a San Sebastián, al que se le atribuye la intervención en las pestes de Roma (680) y Milán (1575). Tenían su propia cofradía y al terminar la misa el mayordomo convidaba a los cofrades a chanfaina con garbanzos y bacalao. Mientas en los hogares era tradicional la comida del botillo.

En 1607 en Tola había tres ermitas, brillando la de san Fabián y san Sebastián (llevan venerando a los mártires 413 años), junto a las de san Julián y Humilladero. Este año fue mayordoma Maribel Marta Rodríguez.

Valer es el pueblo alistano con más antigüedad en honrar a Fabián y Sebastián , con cofradía y ordenanzas de 1549 (471 años) y en 1603, el papa Clemente. Ayer se celebró junto con San Antonio y fue mayordomo el niño Antonio Rivera Rivera, de cinco años, que portó la vara.

San Antonio Abad era una fiesta señalada antaño en todos los pueblos de las vicarías de Aliste y Alba. Por la mañana misa y por la tarde responso pasando frente al santo una tras otras todas las familias con sus animales domésticos, vacas, burras y perros. Hoy día en muchos pueblos ya no queda ni una sola vaca o burra.´En el caso de los cerdos, imposible de llevarlos en procesión, lo que hacían las familias era llevar una hogaza que una vez bendecida se la echaba en las "cortejas" con harina, agua y berzas.