David Martín Sánchez ha pasado a formar parte de la historia del Zangarrón de Montamarta. El quinto fue ayer el encargado de dar vida a la popular mascarada que el día de Reyes cierra el ciclo de las ancestrales celebraciones de invierno en la provincia. "Estás toda la vida esperando a ser el Zangarrón y cuando llega no te crees que esté pasando" se sinceraba ayer David una vez despojado del personaje, contento aunque "bastante cansado".

Fue una jornada larga desde que, pasadas las seis de la mañana, comienza el ritual de la vestimenta para lanzarse después a las calles en busca del aguinaldo. Brincos y carreras anuncian la presencia del diablillo, que con los movimientos del cuerpo hacía sonar los cencerros.

Y, como ya ocurriera el pasado 1 de enero, tuvo que dirigirse a la ermita por la carretera nacional ante la imposibilidad de cruzar la calzada, sumergida por las aguas del embalse del Esla. En los alrededores del templo les esperaban sus compañeros de quintada, chicos y chicas, familiares, vecinos y curiosos. Solo allí, en el atrio y mientras se celebraba la misa, pudo darse un respiro hasta que entró con el tridente a pinchar los panes para volver de nuevo al pueblo y seguir con las carreras.

Para David Martín Sánchez, que ha podido seguir la estela de un tío suyo también Zangarrón hace unos años, fue un día "extraño y a la vez bonito". ¿Un sueño cumplido?, "sí, eso es, he cumplido un sueño".