"Esto más que una historia es como una novela". La carta de presentación de la protagonista augura un relato humano inquietante, y no es otro que la infatigable batalla de una mujer en busca de sus orígenes. Un rastreo que ya dura 20 años, con el único "sueño" de encontrar descendientes de su familia paterna a este lado del Atlántico. Hablamos de Cuba, Argentina y de Zamora.

Ni la distancia ni el tiempo han podido con la perseverancia de la argentina Marta Josefina Iglesias en la indagación de sus orígenes zamoranos y el deseo de contactar con algún familiar, por lejano que sea. Ha removido cielo y tierra con genealogistas, en archivos militares, ministerios, registros civiles, universidades, ayuntamientos y parroquias con el objetivo de desentrañar la historia de sus ancestros. Un relato que hunde sus raíces en Zamora, la tierra de su abuelo, Marcelino Iglesias (o de la Iglesia). "La historia me fue llevando" describe emocionada desde Argentina.

Hasta contrató los trabajos de una agencia de investigación que localizó por Internet, aunque esta vía no diera resultados, pese a abonar una suma de dinero por adelantado. "He recurrido a ustedes porque, sinceramente, ya no se cómo lograr avances en esta búsqueda" escribe a través de un correo electrónico.

Aunque Marta ha conseguido desembrollar parte del árbol de sus antepasados zamoranos, su objetivo de llegar a la familia no ha sido alcanzado. En sus indagaciones ha sido fundamental la colaboración de una mujer residente en Zamora, con la que Marta pudo contactar "y me ayudó muchísimo buscando referencias de la familia; ubicó la casa donde nació mi abuelo (en la calle de San Esteban de la capital) y me envió la foto, aunque no pudo encontrar descendientes".

La investigación del árbol familiar se remonta a principios del siglo XIX, con Marcelina Sesma, natural del Muelas del Pan, hija de Marcelino Sesma (de Villaseco del Pan) y Josefa Alonso (de Muelas). Marcelina se casó en primeras nupcias con Manuel Martínez, teniendo como descendientes a Rosa, Eugenio y Juan. También tendría otra hija, Catalina.

Cuando perdió a su marido, Marcelina Sesma contrajo segundas nupcias con Mateo Escudero, también viudo e hijo de Cayetano y de Isadora Serrano, ambos de Villamayor de Campos. El nuevo matrimonio tuvo como hijos a Inocencio, el bisabuelo de Marta Josefina, que vino al mundo el 14 de julio de 1853, y Raúl Escudero Sesma, fallecido cuando era un bebé.

También fue el segundo casamiento para Mateo Escudero, el tatarabuelo de Marta Josefina Iglesias, quien en primeras nupcias se había casado con María González. El matrimonio, radicado en Villamayor de Campos, habría engendrado cinco hijos, Florencia, Antonio, Bernardo, Zacarías y Antonia.

Marta Josefina cuenta que en la familia "no había ningún registro de mi abuelo, Marcelino de la Iglesia, porque falleció cuando mi padre era muy joven y tampoco se hablaba nada". Y si esta argentina hoy tiene el apellido Iglesias fue por la derivación del denominado De la Iglesia. Pero ella comenzó su investigación solicitando la partida de nacimiento de Marcelino Iglesias a través del Consulado. No se encontró.

Como el abuelo se había casado en Argentina, su nieta pidió el acta de matrimonio en la parroquia de allí "para ver si conseguía algún dato. Pero tampoco localizaron nada". Marta no cejaba en su empeño y, pasado un tiempo, un señor que colaboraba en la parroquia de su pueblo en Argentina dio, por casualidad, con una partida de nacimiento donde aparecía el apellido De la Iglesia. "Como había conocido a mi abuelo y a su esposa, nativa de aquí (Argentina), se dio cuenta de que era la que yo buscaba". El acta de matrimonio era "muy breve; más bien un certificado donde solo estaban los nombres y el lugar de nacimiento" explica Marta. Descubrió así que el abuelo Marcelino era natural de Gáname.

Con las nuevas revelaciones, Marta volvió a solicitar la partida de nacimiento al Consulado, esta vez de Marcelino de la Iglesia. De nuevo sin resultados. "En aquellos momentos mi padre ya había fallecido y mi madre, ya muy anciana, recordó haber escuchado que el abuelo (su suegro) estuvo en un orfanato". El dato abría un camino desconocido e inesperado. "Comencé a buscar en archivos de orfanatos de la zona, hasta que apareció un ingreso en Zamora. Habían dejado a mi abuelo en el torno de una iglesia, y como el niño solo tenía entre sus ropas un papel con el nombre, el sacerdote le puso como apellido De la Iglesia. También indicaba la nota que el bebé tenía siete meses y estaba inscrito en el Registro Civil, sin especificar cuál" cuenta Marta Josefina.

En Zamora se encontró con la buena voluntad de Jesús Sandín (ya fallecido), archivero de la Diputación, quien dio con la partida de nacimiento. "El único dato que yo tenía era una libreta donde mi padre había anotado la fecha de nacimiento del abuelo y coincidía con la edad que figuraba en el papel que el niño tenía entre sus ropas cuando fue abandonado en el torno". Marcelino de la Iglesia nació el 19 de octubre de 1880 y a partir de ahí se pudo constatar el nombre de sus padres, Inocencio Escudero Sesma y Ana Dorotea Hermosillas Mustelier (cubana).

Progenitores que después de unos meses sacan a Marcelino del hospicio. "Ella declara que es para volver a Cuba con su marido, donde se habían casado, a pesar de que en la Partida decía que no podían ponerle el apellido porque no estaban casados".

Como quiera que en la Partida de nacimiento se especificaba que Inocencio era soldado, Marta comenzó a buscar el archivos militares, apareciendo la hoja de servicios de su bisabuelo en el de Segovia. Era soldado en la guerra de Cuba y además apareció el acta de matrimonio donde especificaba que Inocencio y Ana Dorotea se casaron el 30 de octubre de 1878 en la parroquia de Santo Tomás de Santiago de Cuba. Dos años después él solicitó la baja en el Ejército y se volvieron a España donde nacería Marcelino.

El 30 de noviembre de 1881 Inocencio se embarcó de nuevo para establecerse definitivamente en Cuba. "Mi gran duda es si a mi abuelo lo dejaron en España o se lo llevaron con ellos, porque según los registros del Centro de Estudios Migratorios de Argentina figura la entrada desde España solo de dos personas con su mismo nombre y apellido. He establecido algunos contactos con capitanías navieras buscando listas de pasajeros a América pero no conseguí nada, me dijeron que no hay". Y en Cuba las indagaciones "son muy complicadas; no se encuentran investigadores y tampoco responden de las dependencias oficiales" relata Marta.

Llegados a este punto los detalles "son secundarios" para esta argentina. "Mi objetivo es encontrar descendientes de la familia". Un sueño que no ha podido ver cumplido, de momento.