El partido Médico de San Vicente de la Cabeza, con el inminente cierre de su farmacia el día 30 de diciembre de 2019, supondrá, tras 123 años de subida lenta hacia la cumbre de las "boticas", el punto de inflexión (negativo) de una historia al borde del precipicio y en grave peligro de caída libre.

Una despoblación rural galopante, recortes en materia de Sanidad y reordenaciones sobre atención médica y de enfermería mal hechas aventuran un futuro difícil que podría condenar al cierre a más farmacias alistanas, tabaresas y albarinas, un golpe certero y mortal para los pueblos y sus gentes. Las farmacias.

La Zona Básica de Salud de Aliste, con una extensión geografica de 13 municipios y 12 partidos médicos (63 pueblos y 64 consultorios) y 4.735 TIS (Tarjetas Sanitarias Individuales), cuenta en la actualidad con nueve farmacias ubicadas en Alcañices, Trabazos, San Vitero, Fonfría, Rabanales, San Vicente de la Cabeza, Mahide, Gallegos del Río y Figueruela de Arriba. No cuentan con farmacia los ayuntamientos de Samir de los Caños, Pino del Oro, Viñas y Rábano. A menos población, eso es evidente, menos ventas ; y a ello se suma que en muchos casos los farmacéuticos alistanos tienen que afrontar sobrecostes con el pago del arriendo de los locales.

En estos momentos la poblacion "TIS" de la Zona Básica de Salud de Aliste suma un total de 2.247 personas de la tercera edad, de las cuales 1.336 ya son mayores de 75 años (hay muchos octogenarios y nonagenarios) y otras 911 tienen entre 65 a 75. Desde los 14 a los 65 años hay 2.285 personas. El sector infantil es el más reducido, con solamente 174 menores de 13 años. Muchos de ellos carecen de medio de transporte propio por lo cual son los propios farmacéuticos y farmacéuticas los que les llevan las medicinas al pueblo e incluso, en muchos casos, a domicilio, tras recoger las tarjetas y recetas en los consultorios cada día de consulta. Usuarios y farmacéuticos tienen claro que la mayoría de las farmacias en municipios pequeños no podrán sobrevivir solo con las dispensación de medicamentos y necesitan de ayudas e incentivos "porque deben seguir prestando su imprescindible labor a las familias residentes en el medio rural".

La farmacia rural alistana con más antigüedad es la que regenta hoy el farmacéutico José Domingo Calvo, en la Plaza Mayor de Alcalices. El Ministro de Instrución Píblica y Baellas Artes concedía el dos de diciembre de 1908 el título de Licenciado en Farmacia a José Calvo Casado, primer farmaceutico de Alcañices y de Aliste. En los años treinta del siglo XX en la villa existían tres farmacias: César España (ubicada donde ahora está el "Salón de los Toriles" de la Plaza Mayor), José Calvo (actual y en el mismo lugar) y Huidobro ( por debajo del actual Bazar Paulino). Hay que tener en cuenta que entonces eran las únicas de la comarca y además Alcañices contaba con mucha más población residente que hoy día: 1.569 habitantes había en el año 1930 y 1.598 hacia 1940.

Llegados a los años sesenta se mantenían dos farmacias, una la de "Cayetano Calvo Leal" y la otra de Enrique Mayor ( junto a la desaparecida zapatería de Manuel Dacosta). Es pues la "Farmacia Calvo" con ya tres generaciones diferentes al frente (José, Cayetano y José Domingo" la más histórica de Aliste y única con futuro asegurado.

A finales del siglo XIX si problemático era conseguir que el medico llegase a tiempo, más aún lo era conseguir los remedios recetados. Salvo casos de extrema gravedad lo que se hacia era esperar a que un vecino tuviera que ir a la Villa para pedirle el encargo. Algo considerado casi como sagrado a lo que nadie se podía negar aunque estuviese enemistado con quien le pedía dicho favor. Ningún vecino podía negarse ni se negaba a ello.

La familia del enfermo le entregaba al viajero una cesta llena de paja o lana y en su centro un botijo o botella atada por su cuello al asa, para evitar su caída, rotura o derrame. La metía en las alforjas y llegado a Alcañices el boticario la rellenaba con la medicina que así llegaba al enfermo. Las visitas a la Villa eran escasas, casi siempre coincidiendo con las ferias, con lo cual un enfermo podía estar varios días esperando el remedio.