La cosecha de aceituna en Arribes del Duero se da por prácticamente concluida, a expensas de algunos apaños de última hora, con una recolección iniciada en noviembre por los más adelantados, y que portaban sus cargas a las almazaras portuguesas del Parque Natural por ser las primeras abiertas a la molturación y por ser clientes de las mismas.
Las cifras manejadas hablan de una cosecha "media" e incluso "escasa" que puede rondar en Fermoselle los 300.000 kilos, aunque algunas fuentes cifran en más de un millón los kilos de aceituna recolectados en Arribes zamoranos, con Fermoselle y Pinilla de Fermoselle como espacios de mayor cultivo olivarero, pero cuyo área se extiende hasta Villaseco del Pan, donde también existe un aprecio al aceite propio.
Las fechas festivas de la Constitución y de la Inmaculada fueron jornadas de especial campaña porque los grupos de trabajo se ven incrementados en número con la llegada de familiares que acuden a sus pueblos para colaborar en la recogida del fruto. Estos días son visibles por uno y otro lado de Arribes las cuadrillas enfrascadas en el tendido de redes, el vareo o vibrado de olivos y rellenando sacos de aceitunas que trasladan a las almazaras correspondientes. La cooperativa Virgen de la Bandera, de Fermoselle, ha molturado hasta el momento unos 180.000 kilos, según fuentes locales.
El olivo registra en los últimos años una fuerte expansión en la zona, imponiéndose como una planta que comienza a situarse en las principales fincas y en las mejor comunicadas. Precisamente los más satisfechos con los resultados de este cultivo son aquellos que atienden con mimo y laboreo los olivares, como es el caso de José Luis Piriz, de Pinilla de Fermoselle, que enfoca el cultivo de aceituna como un producto de calidad, de rendimiento y de valor.
Piriz está satisfecho de la campaña y de la producción obtenida gracias al cambio realizado en la práctica agrícola. Resalta la importancia de trabajar el olivar, de abonarlo con estiércol natural y sin herbicidas que, según apunta, "igual que mata a las plantas, mata a los olivos"; e incluso con abono foliar, de hojas. "Vale más calidad y buen abono, que mucho y malo" expresa convencido. Considera, además, "vital" la poda de los olivos. "Un árbol bien laborado, arado y bien cortado tiene aceituna de calidad" manifiesta, y hace referencia al microclima del que goza Arribes, "que permite podar en enero y abonar pronto, de modo que la planta tiene fuerza en primavera. Es como el que no come en invierno y espera al buen tiempo para hacerlo, hallándose entonces muy debilitado". Es decir, que el olivo necesita sustancia cuando aparenta no tener vida.
"Los milagros se dan en Fátima y Lourdes, pero en los olivos hay que trabajarlos" asegura Piriz. En su criterio, "la diferencia de producción entre un olivar atendido y otro dejado de la mano de dios puede ser de hasta un 80%", un trabajo que también incide en los aromas y en los sabores, que dependen de cómo estén abonados y trabajados". Subraya que si la planta está verde en verano, con la marea de la noche, al estar las hojas vivas absorben la humedad".
Para Piriz el olivo es una planta idónea de Arribes y apuesta por un cambio en la mentalidad del oleicultor. "Hay que cambiar la idea del pasado y mirar al olivo en plan de negocio, evitar los herbicidas y atender las plantas para que produzcan. Luego, señala el arribeño, "es un circuito porque, si están bien, dan todos los años. Eso de que dan un año sí y otro no, no es cierto".
Este profesional de la selvicutura y de las plantaciones repara en la gestión que realizan los agricultores lusos de Arribes del olivo, que lo tienen como un cultivo estrella. "Portugal avanza y marcha hacia adelante. Cambió el ciclo y la gente mira a los olivares como negocio. Trabaja mirando la producción. Allí se planta en fincas buenas y se vibra el arbolado como en Andalucía, porque en los bancales no se pueden trabajar con máquinas. Ese modo de antaño tiene que quedar como un recuerdo de la historia. Ahora que ya no hay ganadería lo suyo es plantar en sitios en lo que produce para sacar rendimiento. Hay que acoplarse a los tiempos que avanzan con la maquinaria" argumenta José Luis Piriz, que hace unos años apostó por plantaciones de olivos ubicadas en suelos adecuados y apropiados para un laboreo eficiente.
Ahora es la cosecha de aceitunas, pero es el aceite el verdadero producto que enorgullece a los arribeños y al que tienen como uno de los grandes valores de la mesa y de la boca. Es tan suyo y tan apreciado que lo consideran como un oro o una joya.