En Aliste solo Latedo y en menor medida San Martín del Pedroso cuentan con olivos, esos arboles sagrados en Roma consagrados a la diosa Atenea y en Grecia a los dioses Júpiter y Minerva, ramas de olivo para coronar guerras y victorias en Olympia y en tierra judeo cristiana signo de pureza y paz. Los olivos en Latedo se sitúan junto a las paredes de los linderos de las fincas particulares. La plantación se hacia así para no dificultar las labores de labranza con vacas y arado romano. Un paraíso natural único para los frutos silvestres del bosque, -setas, castañas, madroños y moras dan fe de ello con su maduración y recogida en los meses de septiembre, octubre y noviembre-, aparece un peculiar y único reducto donde quien reina son los olivos y las aceitunas gracias al microclima existente a la vera de valles y colinas junto a las aguas internacionales del río Manzanas.

Se trata de un aceite, la alistana de Latedo, de "un majar, de muy buena calidad, gracias a la variedad de aceituna con una elevada concentración de ácido oleico, ácido graso monoinsaturado de la serie omega-9 y por su proceso de obtención en lo que se conoce como aceite virgen de oliva de primera presión. Estamos ante un aceite con bastante cuerpo, de aromas herbáceos, con un sabor y un aroma muy agradables gracias al modo artesanal de extraerla. No es un producto comercial es una joya agroalimentaria que elaboran y dedican al consumo propio las familias de Latedo.

En Aliste antaño prácticamente cada familia tenía su horno y la faena empezaba la víspera yendo a buscar el "fermento" (urmiento) o "recentadura a casa de la vecina. Al amanecer abuela y madre comenzaban la faena en la "Artesa": fermento, harina de trigo, levadura, sal y agua caliente amasados por las artesanas manos. Un vez se tenía preparada se "dormía" un buen rato y cuando ya estaba "Avenida" (se crecía) era el momento de hacer las hogazas (grandes) y otras mas pequeñas "Tortas" que se ponían en la "Estrada" y se cubrían con un paño de lino gordo. El horno se ponía al rojo vivo con leña de escoba, a lo que se llamaba "arrojar". Junto a las hogazas y tortas se hacia un hornazo relleno con tocino y chorizo. Era y es el pan casero alistano un manjar que duraba hasta quince días.