Latedo ha recuperado como cada año a caballo entre el otoño y el invierno, una peculiar tradición, única en la provincia de Zamora: la conversión de las negras aceitunas en el más preciado de los oros líquidos y verdes, gracias a un sistema ancestral con el “molino de sangre”.

La celebración de las XV Jornadas de Producción Artesanal de Aceite de Oliva y Elaboración de Pan Alistano en Horno Tradicional volvieron a congregar a niños, jóvenes y mayores para revivir dos oficios antaño imprescindibles en la vida campesina diaria y hoy una reliquia del pasado muy difícil de vivir ya en el día a día del siglo XXI.

Alrededor de 160 comensales participaron en la comida de otoño donde se degustó y puso en valor el cocido alistano, elaborado con sopa, garbanzos, chorizos, costillas adobadas, carne de ternera, pollo, pizpierno, lacón y panceta curada, para finalizar con tarde de castañas con miel alistana.

En Latedo a la almazara se le llama “La Lagar” y la molienda de la aceituna se ha mantenido generación tras generación como se hacía en la antigüedad. De ahí el nombre de la asociación vecinal, “La Lagar”, nacida para no dejar morir la tradición. La elaboración del aceite volvía a cautivar por su peculiaridades a los visitantes.

El “molino de sangre” tiene como base una pila de irrompible de granito, similar a las pilas bautismales de la iglesias que se elaboraban antaño con granito del Monte Pedroso (Nuez) y Fornillos. Mientras en los molinos de harineros de agua las moliendas van las dos horizontales en el “molino de sangre” de Latedo la muela que gira es vertical y no la mueve el agua de un río mediante el “redrueno” sino que lo hace una caballería dando vueltas y más vueltas como en una noria. En sus orígenes los molinos de sangre eran movidos por los hombres. En Latedo la fuerza la han puesto a lo largo de la historia vacas y bueyes de pura raza “Alistana”, mulas, yeguas o caballos, dependiendo de la época, las circunstancias y de lo que disponía cada familia.

Durante siglos, mientras en el resto de pueblos alistanos la manteca del cerdo era la materia prima para freir, Latedo disfrutaba de una fuente de salud hoy convertida en parte esencial de la llamada dieta mediterránea. Las ánforas con aceite se extendieron por Europa con las legiones romanas de Cesar Augusto. En Latedo de producía poca y el comercio no iba más allá del trueque por otros productos con pueblos de España y Portugal como el vino o el bacalo.

Los visitantes quedaron prendados por el proceso de la elaboración de pan y aceite, llegando el punto álgido cuando las aceitunas ya se habían convertido en oro líquido y con la llegada de la noche se ofreció la degustación de las tostas de pan artesanado tradicional bañadas con la exquisita aceite y la sabrosa miel.

El actual lagar de latedo fue construido hacia 1912 cuando un vecino, Miguel Terrón, cedía al pueblo el solar para construir la almazara comunal. Antaño el lagar funcionaba día y noche por el sistema de “Horas” y “Roda” como los molinos harineros de agua.Carlos Blanco Fernández, natural de Latedo, regresa cada año a su pueblo para captar como fotógrafo profesional las estampas de las tradiciones de su pueblo que como cada año los visitantes pudieron admirar así como otras de Bernardo Calvo Brioso. Carlos Blanco es el autor de “Un paseo por Latedo de Aliste” donde se puede admirar el pasado y el presente de su patrimonio material e inmaterial al son de “Dónde vas Adelaida”.