La explotación del ganadero de Fresnadillo de Sayago, José Manuel Garrote, ha sumado otra quincena de ovejas muertas tras una nueva sarracina protagonizada por cánidos, al parecer, por una manada de lobos, y ocurrida en la madrugada del jueves.

Entre los animales muertos está un carnero "que pesaría más de cien kilos" afirma el ganadero. El asalto tuvo lugar en un cercado distante unos dos o tres kilómetros del pueblo, donde pernoctaban 450 animales.

A las reses muertas deben sumarse al menos otras cuatro heridas cuyo destino más previsible es también la muerte.

El ganadero fue avisado por vecino de la situación y al llegar al lugar pudo ver el desastre y el reguero de muertes.

No dejó de sorprenderle que únicamente una oveja estaba comida en parte. Además, por las condiciones húmedas del terreno podía comprobarse la huella de diversos cánidos en el interior de la cerca, mallada por el ganadero para retener el ganado.

Debido al montante de ovejas muertas fueron integrantes de la patrulla del lobo quienes se aceraro para certificar la autoría y los hechos. Por su parte, una veterinaria se encargó de comprobar el estado de las ovejas muertas dando fe de que la mayoría gestaban cría e incluso algunas dos.

Esta mortandad viene a sumarse a otra registrada en la misma explotación a finales del mes de septiembre.

José Manuel Garrote dijo entonces vivir sumido "en la decepción y en un sinsentido". Desde el día 19 de agosto lleva un cómputo de unos 55 animales muertos. "Todas ellos justificadas con papeles". En el este caso de notificarse como autoría "indeterminada", como hay algún animal, supone que el ganadero no recibirá pago alguno. "Esa me la como yo. Garrote señala que a veces no aparecen pero luego descubre "el sangronero en otro punto, al que se desplazó el animal hasta donde cayó muerta".

En estas circunstancias, expresa el ganadero, "no da ni tiempo a realizar balances porque son muchos días en que vemos ovejas muertas" y la Administración se limita "a cubrir el expediente, pero no pone orden ni remedio".

Todas las ovejas terminan recogidas por el camión para trasladarlas al centro de tratamiento de cadáveres.

José Manuel Garrote destaca que "el ganadero no tiene las ovejas para que las maten, y para que los lobos o cánidos estropeen el rebaño. Cuesta mucho seleccionar y criar una cordera para perderla".