Pueblos de la Rayade España y de Portugal celebraron ayer la festividad de San Martín, como manda la tradición cada 11 de noviembre, antaño un fatídico día donde los recaudadores del Conde de Alba de Alisteiban casa por casa, de corral en corral, a llevarse para su señor por el "pecho, carne y Martiniega" muchas veces las únicas monedas que había y los mejores cerdos, corderos, cabritos, gallos pedreses y gallinas dejando a alistanos, tabareses, albarinos y trasmontanos con las "despensas" vacías para el largo otoño y aun más temido invierno.

Una de las primeras alusiones manuscritas a "La Martiniega" la encontramos hace ya 890 años, precisamente a orillas del río Esla, en el Fuero de Castrotorafe de 1.129, que afectaba también a la margen derecha del río, parte de la zona Alba como delata aún hoy el "de Castro" de Perilla y Olmillos. La abolición del impuesto directo, procedente de la evolución del "Tributum Romano" que gravaba tanto la tierra como la capacidad contributiva total, fue abolido el 6 de agosto de 1811.

El Condado de Alba de Aliste (concesión de Enrique IV el 8 de agosto de 1459) integraba 14 lugares, el Marquesado de Alcañices (Carlos V en 1533) a 53 y el Marquesado de Tábara (1541) solamente trece. Cada 11 de noviembre había que pagar, por las buenas o por las malas.

La Concordia de Tábara, rubricada el día 2 de febrero de 1561 por los vecinos y por Cristóbal Hernández en nombre del marqués de concordia tuvo poco, y sus escrituras dejan claro que los hombres y mujeres de la "Tierra Vieja" hubieron de rubricar, no lo que a ellos les convenía y pedían, sino lo que les impusieron: "Todos los censatarios y foreros tendrán la condición social de vasallos", y así el Marqués de Tábara se garantizaba la perpetuidad y cobro de las rentas al cobrárselas al concejo, la cesión de los terrenos a los vasallos pasaba a ser colectivo e igual para todos los pueblos de la jurisdicción señorial: "El compromiso de abono de las rentas fijadas pasa a ser un compromiso colectivo".

El foro de "carne, pecho y Martiniega" aparece en el capítulo 17 de la escritura de Concordia de Tábara que los tabareses debían de pagar el 11 de noviembre "ente todos los lugares a 314 reales y 24 maravedíes de vellón según costumbre inmemorial cada año". Dicha cantidad se dividía en tres partes, una de las cuales se repartían entre las "cáñamas" de los lugares (a excepción de Abejera y Escober) y las otras dos entre las vacas de dichas Cáñamas. La cáñama era el orden y unión de los pecheros incluidos en los repartimientos de tributos. En el repartimiento hecho en 1694 había 241 cáñamas, tocando cada una de ellas a 14 maravedíes, y 3.242 vacas, tocando cada una a dos maravedíes y medio. Cuando en el repartimiento de herbajes sobraba alguna cantidad se añadía a la de pecho, carne y martiniega.

Los abusos señoriales con sus "súbditos" (por serlo) eran evidentes: lo delata que se les cobraba al año a cada vecino una ochava y media de centeno de notaría e igual cantidad cuando se casaba alguno de ellos. Se cambiaba lo que le interesaba al Señor y se mantenía lo que le beneficiaba: en "cebada de montes y notaría se ha de pagar como hasta aquí, por la medida vieja que tiene 3 celemines más en cada carga que la nueva, puesto todo en las paneras de su Señoría".

En carne, pecho y Martiniega las penas y multas eran desorbitadas para quienes metiesen sus ganados en las dehesas acotadas: "Y si entran que pague 10 cabezas de ganado menor si entran de noche y 5 si entran de día; y si es ganado mayor, 5 maravedíes si es de día y 10 si es de noche". Tampoco podían entrar los ganados en los no acotados desde San Martín a abril bajo multa de 200 maravedíes por cada "ato" de ganado fuera d noche o de día.

Alistanos, tabareses y albarinos vivían o intentaban sobrevivir de las tierras del conde y de los dos marqueses sabiendo que, aun pagando (los súbditos), ellos (los señores) tenían preferencia muy en particular en la caza por parte de la realeza y la nobleza.

El rey Felipe III visitó la comarca natural en tres ocasiones en tiempos del V Conde de Alba de Aliste, Diego Enríquez de Guzmán. La primera fue en 1601 a "Los Carbajales" donde "hay mucha caza y recreación y mató tres jabalíes y muchos conejos". La segunda tuvo lugar en el mes de febrero de 1602, acompañado de su esposa Margarita, se hospedaron en el palacio del conde en Zamora (hoy Parador Nacional de Turismo) y la montería tenía lugar en los montes carbajalinos de Castrocalbón: "Donde hay muy bravos venados, que nos se dejan acercar y hay que tirarles con mosquete".

La Concordia de Tábara en su capítulo nueve sentenciaba: "Se puede cazar libremente con forme a las pragmáticas reales con la condición de que, además de los tres meses que mandan guardar para la cría, hayan de guardar los dichos vecinos otros dos meses más que sean los meses de febrero y de junio".

Un regalo envenenado pues a renglón seguido se establecía que "no se pueda cazar en ninguna manera caza mayor de jatillos, puercos, gamos, corzos, no venados en todo el tiempo del año y que no puedan cazar liebres y perdices en los meses de la cría de julio y agosto".

San Martín de Tábara honró ayer a su patrono con misa y una comida de hermandad vecinal. El fin de semana la localidad se vio inundada por el folclore de la mano de la agrupación folclórica alistana "Manteos y Monteras". Niños, jóvenes y mayores pudieron así disfrutar y compartir jotas y agarraos al son de las gaitas de fole. Los rayanos Martín del Pedroso (España) y Sao Martiño de Angueira (Portugal) también tuvieron su fiesta.

En Faramontanos aparte de la misa, tuvo lugar el homenaje póstumo al que fuera su histórico y querido párroco don Diego Miñambres Temprano al que se le dedicó uno de los espacios urbanos más emblemáticos del pueblo: el "parque de abajo". Se completaba la jornada con la copla y flamenco a cargo de Güisi Muñoz (cante), José Fernández (guitarra), David Bueno (cajón) y Sara Dublas (baile). Los festejos llegarán hoy a su fin con la gran parrillada en el paraje campestre de "El Carrascal" y la música de la charanga "Solera".