"Como si los hubieran sembrados", con esta concreta expresión, oída desde Rihonor de Castilla hasta San Ciprián y Peque, pasando por todos los pueblos de norte a sur de la comarca, se resume una campaña micológica corta pero explosiva. Una campaña donde la única seta protagonista ha sido la " Macrolepiota procera", el comunmente conocido como cucurril.

Desde pastizales y escobales hasta cunetas, la proliferación de Macrolepiotas fue explosiva días antes del puente de Todos los Santos, y quedaron sembrados los suelos de este singular hongo sin valor comercial, pero con valor culinario "gourmet" en la cocina comarcal. Si el dicho popular dice que cuando se encuentra un cucurril hay que buscar al compañero, en esta temporada eran familias enteras.

En Valdespino, el vecino Marcelino de Antona ha recogido kilos y kilos de cucurriles que ha acumulado en el garaje y en el maletero del coche. Su propósito es "sembrarlos" cerca de casa. Tanta cantidad llega a aburrir, aunque el placer de verlos y no resistirse a recogerlos es todo uno.

Asados a la brasa, con ajo, perejil y pimentón, con un chorro de aceite, guisados, fritos con cebolla y pimiento, es la diversidad de preparaciones para la parte aérea de este hongo que se recolecta desde tiempos inmemoriales.

La función recolectora sigue presente en los genes sanabreses de los residentes fuera de la comarca se echaron al monte y a los prados en busca de la materia prima micológica. Una materia prima que ha rellenado ya botes de conservas y bolsas de congelación y evitar que se pierda tanto excedente.

Las setas más preciadas económicamente, Boletus de pino y castaño, han sido escasas y tardías.

El precio medio ha rondado los 8 euros al recolector y la climatología no ha favorecido, con lluvias muy tardías y descenso de temperatura.

Los hongos que proliferaron la última semana aguantaron aunque las lluvias "aguaron" el producto. El comienzo de la campaña de boleto arrancó con la importación de setas de otras provincias de la región como Soria o Segovia.