Las obras de recuperación del horno comunal de "El Pozo", de San Juan de la Cuesta, se van cociendo a fuego lento y creciendo, desde el mes de octubre, pese a las lluvias. El patrimonio etnográfico aumenta, como la masa madre, gracias a actuaciones como ésta, que evita la pérdida de un patrimonio inherente a las comunidades vecinales de esta comarca.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el pueblo de San Juan, contaba con cinco hornos activos, tres eran de propiedad privada y solamente hacían uso de ellos las respectivas familias propietarias. Otros dos hornos eran comunales para uso conjunto de los vecinos, datos que han sido recopilados por Ángel Anta Pesquero.

Uno de los hornos comunales era el de "Fontonor" construido en el año 1887, que daba servicio y derecho a cocer a los aparceros de gran parte del pueblo. Era un horno muy apreciado y reconocido entre los vecinos, por la buena cocción que hacía. El otro horno comunal, El Pozo, daba servicio y derecho a cocer a doce aparceros que, venían a ser, los vecinos del Barrio del Pozo.

Cuando se construyeron los hornos "se consiguió un gran avance en el proceso de alimentación de los vecinos. En estas edificaciones podían cocer pan y tener disponibilidad del mismo durante quince días, no sabemos cómo se las arreglaban antes de tener estos hornos", señala Anta.

Fue a partir de los años 70 del siglo pasado, cuando comenzó el abandono de los hornos. La gente dejó de cocer el pan para el autoconsumo familiar decantándose por la compra de pan industrial. Como los hornos no se usaban, tampoco se mantenían . Año tras año los tejados iban perdiendo losas de su cubierta, hasta que el agua "hizo su trabajo, que fue convertir las edificaciones en ruinas".

Ver resurgir al horno de sus ruinas ha sido la suma de varios factores como el interés y buena sensibilidad por la recuperación del patrimonio mostrado por el alcalde del pueblo -Andrés Gago Centeno-, la aceptación de los vecinos, la cesión de la edificación por parte de los aparceros, el "sí" del Ayuntamiento de Robleda-Cervantes, para que obras de este tipo lleguen a buen puerto. Resaltar en este proceso "la participación activa de un pequeño núcleo humano que, por pequeño, es familia".

El vecino Eliseo Rubén Anta Pesquero comenzó las obras de reconstrucción de este horno en el mes de octubre "con más interés por conseguir cosas para la comunidad que por obtener beneficio económico". El pueblo de San Juan ha contribuido con la aportación económica para la reconstrucción.

El vecindario promueve la idea, el proyecto y la ejecución de la obra. Con este mismo procedimiento se restauró, en el año 1995, la ermita de San Pelayo y se recuperó su romería. En 2015 se reconstruyó el horno de Fontonor, que estaba en ruina total. Ahora se suma esta nueva obra en el horno del Pozo. "Y no pararemos, porque mantener vivo este patrimonio, es mantener vivos a nuestros antepasados, mantener nuestras tradiciones, y hacer que San Juan de la Cuesta se sienta orgulloso de ser un pueblo" concluye Ángel Anta, que mantiene los estrechos lazos con la cuna familiar de San Juan.