La prevalencia de la tuberculosis en la ganadería bovina en la provincia de Zamora está en unos niveles de entre el 0,2% y el 0.5%, al igual que en Burgos, León, Palencia, Segovia y Valladolid, y solamente Ávila, Salamanca y Soria tiene una situación superior al 1 %, entre el 1,8 % y el 2,5 %. Es una evolución del estatus sanitario de la ganadería regional calificada de muy positiva, ya que, en tuberculosis bovina se ha pasado en diez años de tener pruebas positivas a la enfermedad en el 4,16 % de las explotaciones a tener sólo el 1,43 %.

Este estatus sanitario, según informa la Junta de Castilla y Léon, "fruto del trabajo de los ganaderos y los servicios veterinarios oficiales, permite que el 98,6 % de las explotaciones de vacuno puedan mover libremente sus animales dentro y fuera de la Comunidad Autónoma y exportar, no solo en el entorno europeo, sino también a países fuera de la UE".

El director general de Producción Agropecuaria, Agustín Álvarez, participó ayer en la jornada de presentación del "Estudio epidemiológico de tuberculosis animal: evaluación de la interfaz bovino-fauna silvestre" celebrada en El Barco de Ávila. Allí ha recordado que Castilla y León es la única Comunidad autónoma que tiene un programa de vigilancia sanitaria en fauna silvestre a nivel regional, lo que permite duplicar el muestreo exigido por el Programa Nacional.

Álvarez señaló que "esto nos permite disponer de información clara de las posibles áreas donde la interfaz ganado bovino-fauna silvestre podría suponer un problema sanitario y esos datos son los que nos han llevado a centrar esfuerzos en desarrollar un programa de investigación muy ambicioso en la zona de El Barco de Ávila". Este estudio, que se inició en 2017, ha sido posible gracias a la colaboración entre la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural y el Instituto de Recursos Cinegéticos (IREC), adscrito al Centro Superior de Investigaciones Científicas.

Del análisis de la información relativa a la caza se han extraído dos conclusiones relevantes: la caza contribuye significativamente a la regulación de las poblaciones de jabalí del área de estudio, con lo que ayuda a controlar la principal población de hospedadores infectados. Y también que hay margen para mejorar la contribución de las actividades cinegéticas a la mejora de la sanidad, particularmente en relación con la gestión de las piezas abatidas y sus vísceras.