La provincia de Zamora perdería el 36% de su población actual a lo largo de los próximos 30 años hasta situarse en torno a los 111.000 habitantes en el 2050, frente a los 174.000 actuales. Así lo refleja un estudio demográfico elaborado por un equipo de investigadores de la Universidad Católica de Ávila.

Este trabajo científico calcula la evolución demográfica de Castilla y León en base al movimiento natural de la población, es decir que realiza una proyección de las defunciones y los nacimientos que deberían ocurrir en cada municipio partiendo de las edades de sus habitantes actuales. Las cifras, por lo tanto, podrían corregirse o agravarse con los flujos migratorios, "cuya influencia será objeto de estudio en fases futuras del proyecto", explica a este diario una de las cinco investigadoras que ha trabajado en el mismo, la profesora Beatriz Sánchez.

Entrando al detalle, el estudio de la UCAV refleja que la pérdida de población es mayor en el medio rural que en ciudades como Toro, Benavente o Zamora, pero no se libra ni un solo municipio de la provincia. Todos pierden población. En este sentido, los cálculos reflejan que la capital perdería entorno al 26% de sus habitantes antes del año 2050, Toro el 29% y Benavente un 20,9%, en los tres casos por debajo de la media provincial del 36%, pero aun así cifras muy significativas.

Los municipios que menos habitantes perderían serían aquellos pueblos del Alfoz de Zamora que actualmente hacen las funciones de municipios dormitorio y cuentan por tanto con una población relativamente joven, como es el caso de Monfarracinos, Roales o Moraleja, que aun así también verían mermado su censo en un 1,8%, 9% y 17%, respectivamente.

Tampoco las cabeceras de las comarcas zamoranas se libran de la sangría demográfica. Todas perderían a lo largo de las tres próximas décadas una parte muy significativa de su población, con cifras que alcanzan el 39% en el caso de Alcañices (Aliste. Casi todas la cabeceras bajarán de la barrera psicológica del millar de habitantes antes del año 2050 si no logran atraer a nuevos habitantes.

Pero la mayor sangría se produce en los municipios más pequeños y aislados. El ejemplo de la Alta Sanabria es paradigmático, pues según esta proyección de su evolución demográfica, la subcomarca verá desaparecer a 6 de cada 10 habitantes hasta acabar con solo 312 vecinos repartidos entre sus 15 localidades en el año 2050.

Esto dejará un mapa provincial con un gran número de pueblos al borde de la desaparición a no ser que nuevos repobladores inviertan la tendencia. Si en 2019 solo 26 de los 248 municipios de Zamora tienen menos de cien habitantes, en el año 2050 serían 109 los municipios en esta situación, o lo que es lo mismo, casi la mitad de los ayuntamientos zamoranos no llegarían al centenar de vecinos dentro de tres décadas. De entre ellos, 50 municipios no llegarían ni a los 50 habitantes censados en el 2050. Cabe recordar que los datos en este estudio se ofrecen por municipios, no por pueblos, cuyas cifras de población serían aún más bajas en muchos casos. Por ejemplo, el municipio de Figueruela de Arriba pasaría de 339 a solo 97 habitantes sumando a los vecinos de las siete localidades que dependen de dicho ayuntamiento.

El equipo de la Universidad Católica de Ávila que ha llevado a cabo el proyecto señala como principal causa de este decrecimiento demográfico "el éxodo de los años 60 y 70 del siglo XX, que se llevó a las ciudades un gran volumen de población joven que habría sido la encargada del relevo generacional en los pueblos", así como otros factores entre los que destacan "el grado de aislamiento de los municipios respecto a los servicios básicos, el gran número de pequeños municipios en la región, la ausencia de oportunidades laborales y los cambios sociales que hacen más atractiva a los ojos de la mayoría de la población joven la vida en las grandes ciudades", en palabras de Beatriz Sánchez a este diario.

Frente a estos hechos, Sánchez señala que al margen de esa mayoría "también hay una parte de la población joven que querría vivir en pequeños municipios pero que permanecen en las ciudades por motivos laborales", por lo que aboga "por el fomento del teletrabajo, que haría posible que muchos de los que quieren dar el paso a vivir en zonas rurales puedan hacerlo. Por ello quizás no hay que centrar tanto el esfuerzo en intentar convencer a quienes no quieren vivir en estas zonas, sino en hacer posible que quien ya quiere, pueda hacerlo".