Salamanca, 1936. Atormentado por los convulsos momentos que vive la ciudad (y el país), Miguel de Unamuno encuentra refugio en dos amigos, el joven catedrático, Salvador Vila, y el pastor protestante Atilano Coco. De los tres solo sobreviviría al golpe militar el rector de la Universidad de Salamanca, quien luchó por todos los medios para salvarles la vida.

No pudo ser. Atilano Coco, por protestante y masón, y Salvador Vila, por republicano, fueron pasado por las armas de los sublevados dejando solo a un desconsolado pensador cada vez más perplejo ante la deriva de la asonada militar.

La historia de los dos amigos de Unamuno forma parte del argumento de la película "Mientras dure la Guerra", de Alejandro Amenábar, que rescata así la figura del maestro zamorano, natural de Guarrate, Atilano Coco. Para ello, el director y su equipo buscaron información de estudiosos de la iglesia anglicana.

El actor Luis Zahera encarna a un bondadoso presbítero, un hombre de paz, cristiano, demócrata y liberal, con el que Miguel de Unamuno trabó una sincera amistad que se refleja en varias escenas de la película. "Creo que la figura de Atilano Coco trazada por Amenábar es moderada y fiel a la historia y a la personalidad de un hombre de bien" declara Carlos López, obispo de la Iglesia Anglicana en España y gran conocedor de la vida del pastor nacido en Guarrate en el año 1902.

"Mientras dure la guerra" recrea los reposados paseos y conversaciones de Miguel de Unamuno con Atilano Coco, a quien iba a buscar cada tarde a su casa o las tertulias en el café Novelty. Pero los acontecimientos que se vivían en una ciudad de Salamanca tomada por los militares levantados contra la República terminaron por quebrar trágicamente la amistad, cuando Atilano Coco fue detenido. Lo que Unamuno y la esposa del pastor, Enriqueta Carbonell, pensaban que era una mera identificación o un error terminó por confirmar los peores augurios. El pastor y maestro, que se había trasladado a Salamanca en 1929 para hacerse cargo de la comunidad reformada de la ciudad, fue detenido y posteriormente fusilado.

La detención de Atilano Coco llevó a su mujer a pedir ayuda a Miguel de Unamuno, en la confianza de que su respetada figura como intelectual y rector de la Universidad de Salamanca permitirían su liberación. Incrédula ante la posibilidad de que alguien pudiera hacer mal a un hombre de bien, Enriqueta Carbonell le entregó una carta a Unamuno suplicando su libertad. "Don Miguel, soy la esposa del pastor evangélico y le voy a molestar una vez más...". Era el encabezamiento de una misiva que siempre llevó consigo Miguel de Unamuno, empeñado por todos los medios en salvar a su amigo.

La película recrea hasta una conversación del pensador con el general Franco y su mujer, donde sacó a colación la carta. Tampoco fue posible la mediación ante Millán Astray. Ser protestante y masón eran creencias intolerables.

La carta de Enriqueta Carbonell haría historia porque en su reverso Miguel de Unamuno improvisó las notas del discurso pronunciado en la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936 con motivo del "día de la raza". Ante un plantel de exaltados militares y presidiendo el acto el general Millán Astray, el obispo Enrique Plá y la mujer de Franco, Carmen Polo, el pensador Miguel de Unamuno tomó la palabra y pronunciaría el discurso del "vencer no es convencer" que hizo temblar los cimientos del "templo del saber" y provocaría el definitivo ostracismo del pensador vasco, que fallecería dos meses después.

Atilano Coco murió fusilado el 9 de diciembre de 1936, unas semanas antes de la muerte de su amigo Miguel de Unamuno. Presumiblemente fue conducido desde la prisión de Salamanca hasta el monte de La Orbada, a 24 kilómetros de la capital, junto a Báncora (maitre del Gran Hotel) y "El Timbalero" (crítico taurino). Otra hipótesis sitúa al presbítero zamorano en El Cubo del Vino.

La Iglesia Anglicana aún trabaja para determinar el lugar exacto donde reposan sus restos. "Nuestro deseo es darle una sepultura digna" confirma el obispo Carlos López, quien en mayo de 2018 se desplazó hasta Guarrate para asistir al descubrimiento de una calle en memoria de Atilano Coco.