La festividad de Nuestra Señora la Virgen de Las Nieves congregó a unas 2.000 personas en los actos centrales de la Patrona de la Alta Sanabria, que culminaron ayer en el Santuario de La Tuiza de Lubián y Chanos. El frío de la mañana dejaba paso a un día casi veraniego, con 24 grados de temperatura a las doce de la mañana, una hora antes del comienzo de la misa concelebrada.

Una hora de espera para los más madrugadores en la que nadie perdió el tiempo por el abanico de actividades en la explanada del templo, que tuvo máximo exponente en la actuación del grupo portugués Rancho Folclórico Os Azurras de Quintela de Azurra. El repertorio retomó canciones anteriores a la Primera Guerra Mundial y populares que abarcan desde 1890 a 1915, al igual que la fidelidad de la indumentaria.

El grupo celebraba ayer su cumpleaños, 38 años desde de su "oficialización" en 1981. Integrado por más de medio centenar de adultos el reto es arrancar la afición entre los más jóvenes. La más pequeña de las danzantes tiene 3 años. Os Azurras tienen como objetivo "crear una escuela". Desde hace más de 100 años se ha seguido con la tradición instrumental, desde el violín al acordeón y hasta los "recorrecos" de percusión. La continuidad del folclore luso pasa por la renovación generacional.

El público recorrió los puestos de la feria de artesanía pero el que más encandiló las miradas, fue el de Anabel Dacosta, desde Riós, con el rulot con rodillo recolector y el cepillo recolector, dos artilugios de fabricación americana para facilitar la terea de recolección. Con cierta edad, cargar con la mochila de 11 kilos o dedicar jornadas interminables de riñones, es mejor probar nuevas herramientas. Las miras estaban puestas en la cosecha de castañas y nueces que se avecina.

Y a la mirada le seguían los aromas de los 500 kilos de ternera, que Karlos Ibarrondo preparó con vistas a una cena reparadora para más de un millar de comensales. Y aunque alguno perdió la cartera, anunciado por la megafonía, la mayoría la reservó para el mercado, el pulpo o el jamón, todo ello bien regado con algo más que agua de la fuente La Tuiza.

La renovación generacional está asegurada en la Banda de As Portelas que reservó su repertorio para la marcha en procesión con la Virgen en su recorrido anual. Los feligreses acompañaban a la imagen en su dos de la tarde, ampliando un ciento de metros el recorrido "para que todo el mundo pueda llevar a la Virgen" en palabras del párroco. La misa fue concelebrada por el párroco de Peque, Vicente Miguélez; el arcipreste y párroco de Lubián, Jorge Flórez, y el sacerdote Domiciano Miranda. En la homilía, el padre Miguélez ensalzó la "paciencia, amor y delicadeza" de la Virgen de Las Nieves, mientras la coral polifónica "Beato Sebastián Aparicio" de A Gudiña adornaba la misa con sus voces.

A los actos asistieron Jesús María Prada, vicepresidente de la Diputación y diputado de Cultura y Turismo, y Ramiro Silva, diputado de Juventud y Nuevas Tecnologías. El alcalde, Felipe Lubián, misturó las dos áreas, nuevas tecnologías con la gaita y cultura musical y turismo altosanabrés.

Con delicadeza, varios niños se convirtieron en los primeros portadores de los tres estandartes infantiles donados este año, que ya forman parte del orden procesional que abre la cruz del Santuario y cierra el cortejo humano de la Virgen. Y los campaneros que repicaban, dos hermanos de Vilaseco y un vecino de Rábano, no fueron a la procesión pero tuvieron vistas privilegiadas. La Virgen entró en el templo, tras recibir los saludas del pendón, para que las gaitas entonaran su himno y cerrar con tres "vivas" a la Virgen de La Tuiza. Instantes antes, dos mujeres se abrazaban cerca del altar con lágrimas.