Es a primeros del mes de septiembre cuando podemos ver por muchos de nuestros pueblos el ir y venir de tractores con remolques, parejas de vacas tirando del carro o el arado o burros enganchados a pequeños carros cargados de patatas, y es que después de que a mediados de marzo se sembrarán las patatas de secano y después de que los calores del verano agostaran las plantas, las patatas "holgazanas" de secano ya están listas para recoger. Los hortelanos alistanos saben que esta clase de patata, la que ellos llaman "holgazana", no es la más productiva, pero en cuando a su sabor, no hay ninguna clase de patata que le gane en calidad

A diferencia de las patatas de regadío, que no se siembran hasta el mes de mayo, las de secano hay que trabajarlas a mediados de marzo y, como su propio nombre indica, no reciben ningún riego a lo largo de la primavera y el verano y sólo se mantienen con el agua de la lluvia que pueda caer a lo largo de esos meses. En cambio las de regadío suelen regarse 3 o 4 veces en la campaña, pero sin lugar a dudas el sabor de la patata de secano es infinitamente mejor éstas no se recogen hasta finales de septiembre o primeros de octubre. Lo curioso es que tanto las patatas "holgazanas" de secano como las de regadío dan entre 6 y 7 patatas por planta, eso sí, las de secano son más pequeñas, pero más ricas. Así es como una planta patatera de regadío pesa el doble que la de secano, pues aproximadamente da unos 3 kilogramos de patatas, mientras que una planta de secano apenas llega al kilo y medio.

Aunque hoy en día todos los hortelanos disponen de grandes tractores para las labores agrícolas, para la recogida de las patatas de la tierra siguen utilizando el arado romano tirado por vacas o burros, más manejable y respetuoso con el delicado tubérculo, que en esta época tiene una piel muy fina y si se daña se pudrirá enseguida.

En la "apañada" de patatas participa toda la familia, desde los más pequeños hasta los abuelos, e incluso se juntan varias familias para ayudarse unos a otros. Así es como en Tola de Aliste podemos ver a José Pedro González Ramajo, rodeado de la "rapaciada" de su pueblo, sujetando el arado del que tiran sus vacas "Lucecita" y "Chotona" y que tiene enseñadas para este tipo de labores tan delicadas. Y mientras va desenterrando tan apreciado alimento los "rapaces" van detrás recogiéndolas y metiéndolas en cestos de mimbre, cubos de lata o capazos de plástico, para después echarlas en el remolque. Los más pequeños también reconocen que las patatas caseras son de los mejores alimentos que van a comer este invierno, ya sean patatas fritas, cocidas y "estruzadas" con un tenedor y regadas con aceite de oliva, o acompañando a fréjoles verdes, a carne de ternera o rebozadas para hacer patatas panaderas.

A media mañana llega el ansiado almuerzo: pan casero, lenguanizas, filetes empanados y un tomate casero abierto a la mitad con unas granas gordas de sal. Un manjar al alcance de muy pocos. El transportelo hacen en remolques o carros de madera y en él se llevan todas juntas para posteriormente clasificarlas en varios apartados: las mejores para el consumo, las tocadas o deformes para dar de comer a los cerdos y las más pequeñas para la siembra del año que viene. Todas ellas se guardan en cuartos oscuros y saneados para pasar el invierno e ir haciendo acopio de ellas paulatinamente.

Después llega la hora de la comida y en cuyo menú no están presentes las patatas, y así lo hacen saber las mujeres que participan en la recogida y que después se encargan de cocinar para todos: "comeremos pollo de corral, o carne guisada, o filetes de ternera, siempre acompañado de ensaladas caseras, pero nunca cocinamos patatas", comenta una de las mujeres que hoy ha preparado el menú. Para finales de septiembre o primeros de octubre le llegará el turno a la recogida de las patatas de regadío, "uniendo" de nuevo las vacas y desempolvando el arado romano, que sólo ha quedado relegado para estos menesteres.