Era tal el poder de la cofradía que si un hermano difunto había mostrado, aunque sólo fuera de palabra, en "las últimas" y en su lecho de muerte", su deseo de donar un falifo al Santísimo Cristo del Campo, la familia había de darlo a los Cabilderos Cuadrilleros. Estos se elegían por un período de tres años. De ahí nació el cantar de "Las Cuatro Cuadrillas" que no eran otra cosa que el grupo que cada cabildero cuadrillero ( disponían de "vara" y manto distintivo) formaba para recorrer todos los pueblos alistanos al menos una vez por año para recaudar los falifos y limosnas: en aquellos tiempos lana de oveja negra, trigo, centeno y cebada. Todo estaba establecido. La carrunas de las Cuatro Cuadrillas -que se repartían el territorio en cuatro partes: "El Campo", "La Ribera", "El Yermo" y "El Rincón"-, recorrían los pueblos de Pascua del Espíritu Santo (abril), hasta el día de San Bartolo (24 de agosto).

Daban gustosos su limosna por devoción. El problema surgía cuando viendo la muerte de cerca se ofrecía al Cristo casa o parte de la hacienda (vacas, bueyes o burras) dejando a la familia en una crítica situación en su deseo por ganarse perdón y cielo a última hora. En 1682: María González, de San Vitero, dejó su casa a hijo y criada hasta su muerte en que pasarían al Cristo para desgracia de sus nietos pues en 1702 se ejecutó su voluntad y se vendió para costear el arreglo de la ermita.