El pueblo de Manzanal de los Infantes conmemoró ayer los 400 años de la muerte de su hijo más destacado, el beato Juan de Santo Domingo, martirizado en Japón en 1619.

La imagen del dominico, misionero y mártir, nacido en fecha incierta en este pequeño pueblo de la Carballeda hacia el último tercio del siglo XVI, procesionó por las calles céntricas del pueblo arropado por sus vecinos y veraneantes. Una procesión alegre y bien distinta a la que vivió en octubre de 1618 cuando fue conducido a la cárcel nipona de Suzuca, encadenado, como representa su imagen. En los tres meses de presidio su salud se deterioró y falleció el 19 de marzo de 1619.

El prior y vicario de la provincia de Nuestra Señora del Rosario de Filipinas en España, José Parra Junquera, concelebró la misa junto a Lázaro Sastre Varas, director del Archivo Histórico de la Orden de los Dominicos en España, y el párroco de la iglesia de San Miguel Arcángel, José Antonio La Fuente Miñambres.

El padre Parra destacó en la homilía "el espíritu misionero de vuestro paisano que está presente entre vosotros, que es vuestro santo y nuestro santo" con una cierta admiración por la querencia del pueblo. "Algún sacerdote de esta zona descubrió una preclara inteligencia" y le enviaron a estudiar a Salamanca.

El archivero general de la Orden de los Dominicos invitó a los jóvenes a profundizar en la biografía de este beato, "faltan datos de su vida" como su fecha de nacimiento, que estará en el libro de bautismo, y elaborar "una biografía más extensa"

La parroquia cuenta desde ayer con la copia de uno de los documentos importantes que se conserva en el Archivo General de los Dominicos, el acta del voto de profesión de fe del fraile Juan Martínez de Manzanal de los Infantes y dos frailes: Domingo López y Jacinto de La Plaza, hecho que tiene lugar más 24 de diciembre de 1594, en la vigilia de la Santa Natividad. El documento que detalla los participantes en este voto de fe consta de la firma del propio Juan de Santo Domingo. Sastre subrayó la condición de "doctísimo" en lenguas Filipinas, coreano y japonés.

Miguel Bovillo, vecino de Manzanal, profundizó en la vida de este hijo del pueblo, que apunta su nacimiento hacia 1577, aunque el libro de bautismo es de 1688, cien años después de su posible fecha de nacimiento. Se conoce la identidad de sus padres, por los votos de fe, Juan Martínez y María Cid. Otra fecha certera es la diciembre de 1593, cuando ingresa en la Orden de los Dominicos. El padre de los dominicos, Diego Soria, recluta religiosos en Extremo Oriente, donde se había fundado la Provincia Dominica del Santísimo Rosario.

Misión de Bataán

El viaje comenzó a pie de Salamanca a Sevilla y de ahí a Cádiz, donde embarca el 24 de junio de 1601 a Filipinas. Tras dos meses de travesía, llegan a Méjico el 15 de septiembre, a San Juan de Luz. Unos 500 kilómetros por el camino de la Seda o de la China, separan Ciudad de Méjico de Acapulco. La ruta terrestre eran 80 leguas de mal camino. El 4 de febrero salió para Filipinas y el 6 de mayo ya figura destinado en la misión de Bataán. Estudió tagalo, pampanga y el pangasinan lenguas minoritarias en su misión, además de aprender chino. Juan de Santo Domingo es elegido para abrir una misión en Corea, pero tiene que viajar por Japón, donde había decretos de expulsión de los misioneros.

El Shogun, el general en jefe del imperio japonés, Hidetada Tokugawua, heredó de su padre el odio a los cristianos, y la persecución de misioneros y cristianos. El padre Juan, pese a ello, se une a su compañero de viaje, Ángel Orsucci, en Nagasaki. De día viven escondidos y de noche ejercen su labor evangelizadora, que refleja en dos cartas al capitán Pedro Rojas y a un español residente en Nagasaki.

La redada y apresamiento

En octubre de 1618 el gobernador y su ayudante Gonroku Hsegawa y Heizo Suetsugu ejecutan una redada y Juan de Santo Domingo es apresado, junto con el padre Orsucci, el hospedero Cosme Takeya y los jesuitas Carlos Spínola de Italia y Ambrosio Fernández de Portugal, además del hospedero Domingo Jorge. Con una salud quebrada por su encarcelamiento, el ambiente insalubre y mal trato, cuenta en su última carta su estado de ánimo "pida me dé gracias y fuerzas para lo que viniere", fechada el 13 de marzo de 1618, seis días antes de morir, el 19 de marzo en el penal.