Torres del Carrrizal inauguró ayer un gran mural que inmortaliza en la memoria de la población una operación de represión humana sangrante de la Guerra Civil española, ocurrida en la noche del 29 de octubre de 1936. Es obra de la artista Verónica Werckmeiste y, con unas dimensiones de 3,20 por 12 metros, representa a los asesinados con siete espigas, que visten una veintena de hojas representativas de otros represaliados. 27 en total. El trabajo aparece plasmado en una de las paredes del Museo del escultor Mariano Fernández, que también conoció el desgarro por el asesinato de su padre.

Diosdado Álvarez, nieto y sobrino de los fusilados Rufina Jesús y José Manuel, tomó la palabra en un acto que resultó emotivo y satisfactorio, con asistencia de un importante número de vecinos y del historiador Cándido Ruiz, "que relató los acontecimientos en su contexto y los relacionó con la necesidad de mantener la memoria viva y rescatar su dignidad".

En el acto se recordó "la violenta ausencia" y, según expresó Diosdado, "con la inauguración de este mural queremos rendir un perpetuo homenaje a aquellas mujeres y hombres que soñaron con una distribución democrática de la justicia, la igualdad y la libertad". Manifestó que "aquellos esfuerzos, en manos de estas mujeres y hombres, representaban el mayor intento de transformación social de la historia de España".

Añadió que "perseguían sentar las bases de una democracia real,una igualdad social de las personas frente a leyes que perpetuaban el subdesarrollo y lo pagaron con sus vidas". Puso de manifiesto que "hoy, cuando es perfectamente constatable que vivimos en un país donde, a pesar del rimbombante marco europeo, estas desigualdades son vividas por amplios sectores de la sociedad, queremos recordarles que su dignidad pisoteada, que su lucha y sus objetivos, su lucha por la mejora de las condiciones de mercado son también los nuestros". Abogó "por terminar con la censura tantos años impuesta, y también con la autocensura de sometimiento al miedo". "Es nuestra obligación, se dijo, rescatar la memoria, a la vez que rescatamos la dignidad silenciada. Hoy, sus descendientes y amigos/as no podemos tolerar su perpetuo silencio, porque también éste será el nuestro". Se expuso en alto el deseo de "juntar nuestras voces para aclamar el final del ocultamiento social que representan las más de 120.000 fosas aún por rescatar". Fue un acto de homenaje a las 27 personas (hombres-mujeres) depuradsa, y una apuesta por desterrar el ocultamiento y silencio. Se gritó, al final, un expresivo "¡Viva la libertad!".