Con una visita a la Cascada de Sotillo, los jóvenes campistas del campamento de Doney cierran las rutas programadas este verano, en lo que es su XXXIII edición. En total 280 niños y 60 monitores jóvenes han pasado por las instalaciones situadas en Doney, a orillas del río Negro, a lo largo de los cuatro turnos organizados desde 1 de julio hasta el 21 de agosto.

A lo largo de su estancia niños y jóvenes participan de la programación diaria, los juegos, talleres y las dinámicas que proponen los monitores, además del mensaje religioso. El compañerismo que se crea entre el grupo es uno de los valores más importantes. El joven ovetense de 16 años, Pedro reconoce que "tenía una opinión muy distinta de los campamentos, donde todo era aburrido, pero ha sido muy divertido y la gente muy amable y solidaria".

María Palacios Chimeno, Alicia Romero Viñas y Julia Martínez Ariza comenzaron en los campamentos con 9 o 10 años y desde entonces son amigas y ahora aspirantes a monitoras, están en la etapa anterior de "ayudantes" del 9 al 11 de agosto con niños de 8 a 10 años. Las tres viven en Zamora, y aunque Alicia y Julia ya eran amigas, María se unió a esa amistad entre alumnas del Corazón de María y La Milagrosa. Las actividades de ocio y tiempo libre les apasiona.

El padre Fernando Sotillo, impulsor de los campamentos de verano en este pequeño enclave en tierras de la Requejada, recordaba aquel primer campamento con "dos o tres tiendas" y que el comedor estaba instalado en la tenada del molino.

Poco tiempo después se instaló una carpa para el comedor con capacidad para 60 personas. Con la primera ayuda de la Diputación empezaron las obras del edificio y con una segunda ayuda se completó el edificio. Los trabajos "se hicieron por trabajo voluntario".

Daniel Romano, de Zamora aunque residente en Valladolid, fue uno de los primeros niños que se sumó al campamento, en 1988, ahora es uno de los monitores veteranos, junto con Roberto Llana de Zamora, que con 11 años llegó al campamento de Doney, y ya cumple 18 años como monitor. No se olvida del primer campamento "en tiendas canadienses en medio de las escobas". Actualmente es una pradera cuidada con tiendas de campaña, donde pernoctan los campistas.

El campamento de verano empieza a prepararse antes de Semana Santa con actividades que se prolongan en las diferentes ediciones, las marchas con un rastreo por el entorno, un recorrido por la pradera de Veganabos junto al río, y dos rutas que varían, este año ha sido a la Cascada de Sotillo, aunque otros años han visitado hasta la base de extinción de Rosinos de la Requejada o el Lago de Sanabria.

Se programan las "dinámicas" que son los temas alrededor de los que giran los campamentos y los debates sobre temas sociales de actualidad que preocupan a los jóvenes, como las redes sociales, la inmigración, el consumo de drogas, o la violencia de género, además de temas religiosos. Los jóvenes, en un ambiente veraniego y más distendido comparado con el entorno escolar, participan más a la hora de abrirse y expresar sus opiniones o sus dudas, constatan los monitores. Para ellos "hay más confianza y es más fácil exponer lo que piensan".