Villamor de los Escuderos celebró ayer uno de sus esperados encierros -hoy tiene lugar el segundo- en una mañana muy calurosa que deparó momentos emocionantes, aunque se hicieron desear. Porque, desde que a las 10 de la mañana se lanzó la bomba que anunciaba la salida de los toros hasta que pudieron verse algunas faenas destacables, tuvo que pasar un desesperante rato.

"Eran más bravos los caballos que los toros" resumía Juan Pascual, aficionado de Guarrate, para describir los primeros momentos del encierro con cerca de cincuenta caballos por el campo. Tanto que, en el medio del barullo, dos equinos chocaron tirando al suelo a los jinetes sin que el susto fuera mucho más allá de que uno de ellos se doliera especialmente del golpe en la espalda.

Los astados por el contrario ni se movían, o peor, huían de los caballos, en una inédita escena que desesperaba a una afición ansiosa por ver las arremetidas y embistes de los tres novillos que se soltaron en la pradera. En una de las escasas arrancadas un toro clavó el cuerno en el muslo de un caballo, cuando el jinete intentaba cerrarle.

A medida que pasaba la mañana los toros fueron despertando y levantaron el ánimo del público, dispuesto a soportar el intenso calor para disfrutar con el festejo. Uno de los momentos más tensos se vivió cuando al entrar un toro, se paró, pegó una arrancada hacia atrás en dirección a la pradera, sorprendiendo a un grupo de aficionados que al refugiarse en una valla, esta se cayó y les tiró al suelo. El incidente no tuvo mayores consecuencias porque el astado tomó otra dirección y por fortuna no enganchó a ninguna persona.

Al encierro de la pradera le siguió el de calle, con dos de los astados del campo que, esta vez sí, dieron más juego y provocaron momentos vibrantes junto a otros dos novillos que también se soltaron en el festejo de la calle.