La Iglesia de Santa María acoge una gran exposición de pintura donde el criterio elegido ha sido mostrar las creaciones artísticas de aquellos saucanos o personas vinculadas a Fuentesaúco con inquietudes artísticas y aficionadas a la pintura.

El marco elegido es incomparable. Nunca una exposición lució tanto como esta muestra de pintura en la que se han sabido conjugar e integran de manera armoniosa las obras pictóricas con el rico patrimonio del templo, en el que destaca una soberbia colección de esculturas. Al mismo tiempo otros elementos adquieren un gran protagonismo y quedan resaltados por la forma en la que se ha dispuesto la exposición.

De hecho el propio título de la exposición "La piedra testigo del color" pretende recoger el espíritu inicial de integrar pintura y el propio edificio y su patrimonio internos haciéndolos partícipes del espacio expositivo. De este modo, la tiempo que el público admira la vasta exposición pictórica puede reparar en la importante colección escultórica u otros elementos como campanas, pilas bautismales, escudos...

Pero no cabe duda que el gran protagonismo es la obra pictórica expuesta. Nada menos que 31 personas han decidido participar en el proyecto, con casi 70 obras expuestas, lo que nos da la idea de la dimensión de la exposición que ocupa todo el recinto del templo. Dada la gran cantidad de artistas participantes parece obvio que igualmente se iba a producir una gran variedad de técnicas y estilos, y es en esa diversidad donde la exposición se engrandece y resulta atractiva a los ojos del público asistente.

Hay que destacar la gran variedad de estilos y temáticas. Por supuesto que Fuentesaúco ocupa un lugar muy destacado en los gustos temáticos de los pinceles saucanos, pero resulta muy atractivo ver como cada cual interpreta la forma de ver su pueblo, en la técnica en el color, en el estilo, que va desde lo más naturalista a interpretaciones de tipo puntillista o incluso casi impresionista. También abundan pinturas de lugares reseñables de Zamora y ocupan un lugar muy importante los paisajes consiguiendo en muchos casos efectos sorprendentes.

No faltan las personas, desde pinturas dedicadas a artistas de reconocido prestigio siguiendo las pautas del pop-art, a otros temas más costumbristas como las segadoras y personas mayores. Un canto a la melancolía, con un toque romántico, aparece en otras pinturas donde se evocan jóvenes con flores o asomadas a un balcón.

La pintura constructivista, decorativa, la abstracción geométrica e incluso el collage también tiene su espacio con obras realmente sorprendentes por la pureza y armonía de su formas y composiciones. Incluso nos podemos encontrar con obras de clara inspiración cubista que deconstruye e interpreta la realidad de manera magistral.

Mención aparte la sección dedicada a grandes obras de la pintura. Las artistas que las han realizado lo han hecho con un respeto y devoción hacia los artistas que resulta digna de meción y el resultado es sorprendente. Reproducir a un Da Vinci, un Klimt, Turner o Velazquez puede ser una osadía o un reto que requiere oficio, dedicación y amor por la pintura. Todas las obras reproducidas son de una calidad excepcional y lucen de manera muy particular sobre los caballetes, el lugar de trabajo del pintor, como recién acabadas, y dispuestas monumentalmente en el presbiterio, como colofón de una muestra excepcional que está dejando entusiasmado al numeroso público asistente.

Por otra parte hay que señalar que esta muestra ha sido posible gracias a la iniciativa de Pilar Fortes, Esther de Dios y Teresa Gavilán, promotoras y organizadoras de la iniciativa que han contado con la colaboración de varios voluntarios para poder llevarla a cabo.

Mención especial para don Antonio Pilo, el párroco de Fuentesaúco, que ha mostrado un gran entusiasmo con la idea, ha puesto el templo y su patrimonio al servicio de la exposición y ha facilitado en todo momento las tareas de montaje y organización haciendo posible, una vez más, esa fusión perfecta y armónica entre el espacio religioso y el espacio cultural.