Diez funerales desde el mes de septiembre y la única esperanza de un bautizo en el próximo mes de agosto. La epidemia de la despoblación se ha cebado con Manzanal del Barco en los primeros años del nuevo siglo, con una población envejecida y con un agujero entre la población activa que emigró a Zamora, Valladolid, Madrid, País Vasco y Cataluña y regresa en verano a reverdecer recuerdos de la niñez.

Manzanal del Barco ha decidido agarrar el último tren para frenar la despoblación ahora que el viaducto Martín Gil, una de las obras de ingeniería más importantes del país en su época, ha visto reducida su importancia como vía de comunicación; y el apeadero que daba uso a Manzanal y Santa Eufemia está en ruinas.

Luis Miguel Mezquita le ha cogido el relevo a Ana Isabel Baena, quien en su día también tomó las riendas del Ayuntamiento muy joven. La alcaldesa que vio cumplido el sueño del nuevo Puente de Manzanal y que vio cómo se transformaba el pueblo en las últimas cinco legislaturas ha dado un paso al lado para que entre savia nueva en el Consistorio. La idea en el Ayuntamiento es clara: hay que potenciar lo que ya se tiene y apostar por ello. El embalse, los puentes y la dehesa son el triunvirato sobre el que intentar que de aquí a unos años Manzanal del Barco no sea un pueblo fantasma. El turismo, el aprovechamiento agrícola y ganadero y el auge del deporte de aventura son los pilares sobre los que sustentar un crecimiento que cada año se antoja un poco más complicado.

Actualmente Manzanal del Barco cuenta con 120 vecinos censados, algunos de ellos residentes hasta hace unos años en la capital y que han decidido volver al pueblo pese a que trabajan fuera. Es su forma de contribuir a que no desaparezca su pueblo pero sobre todo el de sus padres y abuelos que han vivido la mayor parte de su vida entre las empinadas cuestas de la localidad de Tierra de Alba. "Decidí empadronarme porque este es el pueblo donde pasé mi infancia y el pueblo de mi padre" señala el último vecino en el padrón.

El embalse que riega las tierras de Manzanal no fue nada bien recibido por sus vecinos, como tampoco lo fue por los de los pueblos aledaños, algunos de ellos sumergidos desde entonces debajo de las aguas. La zona que ahora está bajo el agua del embalse era, entonces, una rica vega en la que se cultivaban productos que se vendían en los mercados de Carbajales y de Zamora. Tras ello, todo quedó abocado al secano, especialmente el cereal.

La localidad mantuvo de forma estable una población de 650 habitantes durante la primera mitad del siglo XX. Ni la guerra ni la posguerra minaron a Manzanal del Barco pero la falta de oportunidades agrícolas y ganaderas empujó a los manzanalinos fuera de su tierra.

La población se fue diezmando, desapareciendo año tras año. Los hijos de manzanalinos nacían en Zamora, en Segovia, en Barcelona, Bilbao, Madrid... y poco a poco iban dejando atrás sus raíces. Y así comenzó un descenso de la población, sin relevo de gente joven y con cada vez más casas vacías que eran la muestra inexorable del paso del tiempo. Con el inicio del nuevo siglo, Manzanal del Barco bajó de la barrera de los 200 habitantes y en los últimos años se acerca, casi sin freno, a los 100.

Para tratar de frenar este descenso poblacional, en las elecciones de mayo, junto a Luis Miguel Mezquita, del PP, se unieron otros tres concejales del mismo partido, todos de menores de 35 años, y otro del PSOE, con la intención de frenar este suceso.

En el municipio quedan cuatro ganaderos después de que muchos de ellos decidieran dejar las ovejas y buscarse la vida de otra forma. Se mantiene con mayor auge la agricultura, aunque cada año es más difícil tal y como señala Jorge Mezquita: "En los últimos años no llueve a tiempo y así es muy difícil sacar buenas producciones".

Alberto López, que trabaja junto a sus padres en una explotación ganadera, también ve que cada año es más difícil: "Acabas viviendo de la subvención".

Los jóvenes toman el testigo en Manzanal del Barco

Buscar alternativas a la agricultura y la ganadería es el objetivo de muchos municipios de la provincia de Zamora para fijar población. Mientras tanto, varios jóvenes del municipio han decidido, de una u otra forma, aportar su granito de arena.

En el verano de 2014, un grupo de jóvenes del pueblo decidieron crear una asociación cultural después de que la última se acabara extinguiendo. Las semanas culturales que habían vivido como niños querían transmitirlas a los más pequeños y así inculcarle a los nuevos niños de Manzanal las ganas de vivir en el pueblo, al menos en la época estival.

No fue hasta 2015 cuando se inició la primera semana cultural y será este agosto cuando se cumpla la quinta edición de forma totalmente consolidada en el municipio, llenando de vida las calles de Manzanal del Barco durante 10 días que los manzanalinos reservan en sus agendas a principios de año para no faltar a la cita.

"En verano hay muchos vecinos que se acercan de nuevo al pueblo y no había actividades para incentivar que se queden, incluso durante todo el año, por eso decidimos crear San Boal" señala Adrián Argüello, vicepresidente y socio número 1.

Esther Mezquita, que también es socia de la asociación cultural, ha tenido que buscar trabajo fuera de su pueblo pese a que como ambientóloga, conoce el medio rural como la palma de la mano. "Hay que aprovechar los recursos que tenemos, principalmente el embalse, para atraer a la gente y que conozcan los beneficios que le puede otorgar Manzanal del Barco" señala Esther quien, pese a trabajar fuera, vuelve al pueblo cada vez que tiene ocasión e intenta ser embajadora explicando sus rincones más exclusivos.

Los vecinos de mayor edad, la amplia mayoría del pueblo, ven con buenos ojos los intentos de mejorar la calidad de vida de los habitantes de Manzanal y las actividades que se llevan realizando varios años, bien desde el Ayuntamiento o desde las diferentes asociaciones, puesto que Manzanal del Barco también cuenta con una asociación de jubilados que toma el nombre de la zona donde tienen la sede: Fuenteamada.

Con menos población que nunca y con una media de edad muy alta, a Manzanal parece que le pasa el último tren contra la despoblación y ha llegado el momento de que, quienes lo han mantenido con vida durante tantos años, le pasen el testigo a los nuevos moradores de Tierra de Alba.

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