Hasta 233 peregrinos de los cinco continentes han probado ya la hospitalidad del nuevo albergue de Fontanillas de Castro, que abrió sus puertas el 10 de abril para ampliar la oferta de servicios que se pueden encontrar a lo largo de la vía jacobea de la Ruta de la Plata.

Este local ofrece la "acogida tradicional" que se practicaba hace ya mil años en todos los caminos de Santiago que recorrían la península Ibérica y toda la Europa cristiana. El joven Jagoba Negueruela es el hospitalero de Fontanillas, él cuida de las instalaciones del albergue y cada día recibe con los brazos abiertos a todos los peregrinos que quieren hacer allí un alto en su camino hacia la tumba del apóstol. Pero su labor no termina en abrir la puerta y dar la bienvenida a la gente, sino que procura fomentar la convivencia entre los caminantes. Para ello comparte con ellos la cena y el desayuno en la cocina común, y conversación, contribuyendo así a generar lazos de amistad entre los distintos peregrinos que coinciden en el lugar y que en multitud de ocasiones deciden continuar juntos el camino hasta Compostela. Y lo más importante, es una hospitalidad gratuita, aunque todos los que pernoctan hacen un donativo que ayuda a mantener abiertas las instalaciones.

Este es el tipo de hospitalidad que se practica en el albergue parroquial de Fuenterroble de Salvatierra (Salamanca), también en la Ruta de la Plata, o sin irse tan lejos es la misma filosofía que pone en práctica el albergue de Tábara, en el Camino Sanabrés. Precisamente, el hospitalero del albergue tabarés, José Almeida, es quien lidera la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago (Azacs), encargada de poner en marcha este nuevo "hospital" de peregrinos construido por el Ayuntamiento de San Cebrián de Castro.

En realidad, Fontanillas ya contaba con un lugar donde los peregrinos podían pernoctar, un pequeño cuarto con literas sin hospitalero y sin más servicios, y muy pocos caminantes decidían parar allí, 60 en el último año.

En solo tres meses, ese número ya se ha multiplicado por cuatro y la previsión es llegar a las 600 visitas antes de que el albergue cumpla un año de vida. Los albergues de peregrinos ayudan a mantener vivo un pueblo consumiendo en sus tiendas y bares y, sobre todo, actúan como "embajadores" en sus países de destino de todas las localidades de las que guardan un buen recuerdo, que no dudan en relatar en las redes sociales. En estos tres meses han pasado por Fontanillas de Castro hombres y mujeres de lugares tan lejanos como Corea, Japón, Francia, Holanda o Alemania, y todos quedaron encantados con la experiencia, con el albergue y con las ruinas de Castrotorafe, a juzgar por los mensajes que plasmaron en el libro de visitas del albergue.

Por otro lado, la apertura de un nuevo albergue en la ruta contribuirá a despejar otros muy concurridos, como el de Tábara, ya que los peregrinos que partieron de Sevilla y que están acostumbrados a hacer etapas diarias de unos 30 kilómetros encuentran Montamarta de masiado cerca de Zamora, y muchos deciden avanzar hasta Fontanillas. Partiendo de allí, la siguiente parada "natural" no está ya en Granja sino en Faramontanos, y la siguiente ya en Santa Marta de Tera.

El albergue de Fontanillas cuenta con mobiliario a estrenar, con cómodas literas, baño con ducha y cocina. Su construcción costó 80.000 euros, financiados al 50% con fondos Feader del grupo de acción local ADRI-Palomares, y por el Ayuntamiento de San Cebrián de Castro. El municipio invirtió otros 15.000 euros en la compra de mobiliario y utensilios, mientras que el jardín exterior se acondicionó con una subvención de 32.000 euros de la Diputación de Zamora.