Tras la pausa de la comida y el tormentón que espantó a más de uno y amagó con suspender la ruta de la tarde, un millar de moteros ascendieron por Trefacio y Coso para presentarse en la Alcobilla. Una misa motera, de las más concurridas, oficiada por Miguel Ángel Fernández Orduña recordó a los compañeros. La merienda en la que participaron los visitantes de la Alcobilla llenó la alforja de empanadas. El agua aguantó y los vecinos de San Justo y los pueblos de alrededor que subieron con paraguas no lo necesitaron.

El estand de la Dirección General de Tráfico fue de los más visitados entre nube y nube, especialmente el puesto de control de alcoholemia y de los puntos del carné. Los responsables del estand informativo explicaron que los usuarios preguntan mucho por el consumo y el tiempo que tarda en bajar el índice de alcoholemia. Un motero de Palencia pasa el control con un 00. Otro de los usuarios dio una tasa de 0,44 después de haber trascurrido seis horas tras la ingesta de varias copas. Entre el material expuesto, el dron llamó la atención, junto con los test de alcohol y drogas. El dron de la DGT está "entrenado" para sancionar infracciones que pasan desapercibidas como guardar la distancia de seguridad en carretera y el uso del móvil al volante,. Al ojo del halcón del dron tampoco se le escapan los conductores que circulan sin cinturón, saltarse el stop o los ceda el paso.

Las inscripciones alcanzaban las 5.000 poco después de las ocho de la tarde cuando las concentraciones Motauro de Valladolid se hermanaba con la concentración del Lago de Sanabria, uniendo la concentración más importante del invierno con la más espectacular del verano. Miguel Ángel Martos anunciaba en ese momento que se superaba el record de participación desde que la asociación asumió la organización. La concentración sanabresa hizo un reconocimiento al motoclub brigantino "Cruceiro". Los monólogos de Ramón Guamá y Luci Mendoza y la exhibición de baile de Salson Dance de Zamora, reunían a más de 300 personas en el pabellón de deportes. El foco de atención se trasladaba al centro de la plaza donde comenzaba, pasadas las ocho y media, una de las actuaciones más esperadas: Plácido Pérez y su gama de dos ruedas con Exhibiciones 666. Con una plaza copada por los cuatro extremos, el acróbata se esmeró en dejar buen sabor de boca y mejor olor de neumático al público. Cerca de 5.000 personas siguieron la primera de las actuaciones de la tarde, y esperaban los platos fuerte con la antorchada y las actuaciones de la noche.