Amaneció muy pronto en Roales. Apenas se durmió después de una tarde muy larga limpiando los destrozos de la tormenta y de los nervios por la piedra que caía en viviendas, establecimientos y naves. Rosa María García se levantó casi antes que el sol. La tarde del lunes veía como su taller y las oficinas se anegaban y como el pedrisco agujereaba las persianas de su casa. El barro se había adueñado de la puerta de su vivienda y del patio donde los árboles frutales perdieron hojas y frutas por igual. El perro, dentro de la casa, todavía ladra nervioso "aunque no cayó ningún rayo".

Armando Fermoselle achicó agua el lunes en su bodega y cerró antes de que cayera el pedrisco y le cortara el camino que le une a la carretera. Al amanecer el panorama era dantesco y las 8.000 vides que tiene no darán vino este año y posiblemente tampoco el que viene. Una tragedia.

Rosa Domínguez tuvo que cerrar ayer la piscina y trabajar desde primera hora del día para recuperar el césped y los dos vasos de las piscinas. El techo de la terraza, al menos, aguantó, de lo contrario habría que haber cerrado más de una semana.

Quien sí abrió, puntual a su cita, fue el panadero del pueblo. El lunes su panificadora era un río que atravesaba desde su puerta de atrás hasta la de adelante. Fue una noche larga, primero de limpieza y después haciendo el pan. Ayer llegó la calma aunque muchos vecinos se acercaron a preguntar. Miguel Vega recibió la ayuda de muchos vecinos para que esa noche no faltara el pan de Roales pese a que, durante unos minutos, la balsa de agua en el interior de la panificadora era de más de 10 centímetros.

Los vecinos de la calle General Franco limpiaban las aceras de sus puertas. Unos se preguntaban a otros por la noche, por los desperfectos. A algunos les entró un poco de agua que hubo que achicar. Otros sufrieron pérdidas de varios electrodomésticos. Y los que tenían la huerta en casa lo han perdido todo.

Santos Saavedra vio como se quedaba sin nada en la noche del lunes y apesadumbrado decidió coger el coche y dormir en Zamora: "Se te quitan las ganas de todo, de plantar el año que viene, con todo lo que cuesta invertir y el trabajo que lleva". Por la mañana, algo más tranquilo, evaluó daños y vio como había perdido toda la huerta y como el barro había tomado lo que antes era asfalto.

Otra vecina de la misma calle recibió una llamada el lunes cuando estaba en Zamora. No se podía creer lo que se estaba viviendo en Roales cuando, a tan pocos kilómetros, la virulencia había sido mucho menor. Le avisaron sus vecinos de enfrente que veían como se anegaba su tierra y entraba agua en la casa. El motor de la depuradora de la piscina ya no se pudo salvar ni algún electrodoméstico que estaba enchufado.

Quienes le avisaron, María Rivera y su marido, han dedicado toda la jornada del martes a limpiar el barro por si volvía a llover. El lunes tuvieron que pelear para salvar a sus ovejas y especialmente a los corderos quienes hoy todavía, y después de una visita del veterinario, se recuperan con suero de la tormenta.

En la calle las Fuentes, los servicios de emergencia tuvieron que rescatar a una pareja de personas de avanzada edad que se veían atrapados por el agua que entraba en su casa de adobe y que han pasado la noche en casa de un familiar.

Desde primera hora de la mañana del martes, igual que ya hiciera el lunes cuando pasó la tormenta, Francisco José Requejo, presidente de la Diputación de Zamora, observó los trabajos que una cuadrilla del parque de maquinaria de la institución provincial llevaba a cabo.

También estuvo el alcalde de Roales, David García, presenciando los trabajos que dos operarios llevaban a cabo para liberar una de las arquetas que estaban más saturadas en la calle General Franco: "La prioridad es que los sumideros traguen bien por si vuelve a llover y ayudar a los vecinos que han sufrido daños".

A última hora de la tarde y, después de que el suministro de agua potable no estuviera en buenas condiciones, la Diputación de Zamora hizo llegar casi 5.500 litros de agua potable en garrafas de 10 litros.