La romería de Santa Cruz sumió a la villa de Fermoselle es la festividad romera con todos los ingredientes típicos y acostumbrados de veneración religiosa, música folclórica, degustación gastronómica y camaradería. Se suma el agradecido disfrute paisajístico por cuanto la celebración tiene lugar en la ermita levantada en un mirador de Arribes del Duero que pone a la vista valores que confieren al escenario la consideración de Parque Natural y Reserva de la Biosfera.

La jornada comenzó con la salida de la comitiva, pasadas las 10.00 horas, desde la Plaza Mayor de Fermoselle. Estuvo formada por mayordomos, equipo de Gobierno, tamborileros y los romeros que, repartidos entre los que optan por ir andando y los que se acercan hasta los pagos del arribanzo en vehículo. Y es que, por la naturaleza del festejo, es preciso buscar acomodo, portar leña y material, y e ir preparando a gusto los aposentos y el festín.

En la ermita de Santa Cruz el párroco Isaac Prieto ofició la misa ante una comunidad de fieles que llena el pequeño templo, cuidado y floreado con esmero para la ocasión. Aquí se rinde devoción al Cristo del Pino, cuya leyenda dice que fue recogido de las aguas del Duero al que le tiraron los portugueses. El edificio fue reparado año atrás y los devotos lo mantienen en unas condiciones óptimas para una fecha tan señalada en el calendario local.

Tuvo su emoción el cántico de la pieza "Venimos a Santa Cruz", por el tamborilero Agustín Borges, cuya entonación rápidamente asimilaron el resto de los romeros. "Santa Cruz, Santa Cruz, Santa Cruz/ romería del Cristo del Pino... Santa Cruz, Santa Cruz, Santa Cruz/romería para disfrutar, pa comer, beber y cantar, pa comer, beber y bailar".

"Lo más importante en estos días de romería es que la gente siga sintiendo la tradición y que participe" expresaba el mayordomo Manuel Moya.

Como es habitual, tras la misa los romeros ocuparon la explanada del altozano para reponer energía con el chocolate, los churros y el licor de café que los mayordomos dispensan en cantidades considerables. Este año fueron un millar de churros y 45 litros de chocolate, a lo que se sumaron los productos que unos y otros grupos suelen poner sobre la mesa, como son los inexcusables embutidos regados con el vino de Arribes al que suelen rendirse los paladares.

Pronto una atmósfera de danza y baile invadió el lugar ambientada por la música de la Asociación de Tamborileros Juan del Encina que, entre otras piezas, desgranaron "La Molinera", "Manolo mío", "El tío París", "La loba parda", "La Adelaida" y, como no, "Venimos a Santa Cruz". Fermoselle celebra Santa Cruz con entrañable emoción y como algo propio porque se vive como una festividad local, de un modo familiar o amigable.

La tarde tiene su personal impronta porque es el momento de disfrutar de la gastronomía poderosa en las sombras de los olivos o en las fincas del entorno donde es posible organizar una comida campera y romera digna de empanadas, de la puesta a punto al amor de las brasas y de las navajas de buen filo.

El Cristo del Pino que saca a los fermosellanos de la villa en el arribanzo les transforma en almas desprendidas y convivenciales.

Un denso humo entre Sendim y Urrós inquietó a los romeros al recordarles el reciente pasado del gran fuego que arrasó el ´término, pero ayer sin mayores consecuencias para el festejo.