La villa de Fermoselle pone a los turistas un nuevo punto de interés que viene a sumarse a otros centros o patrimonios como pueden ser la Casa del Parque "Convento de San Franscisco", miradores como El Castillo, bodegas como "El Pulijón" y ciertas vías del callejero fermosellano que ofrecen un judaísmo o un encanto inesperado.

Se trata de un Museo Etnográfico conformado por más de un millar de elementos, piezas, herramientas y útiles en gran parte relegados al olvido, pero que marcaron la vida doméstica, ganadera y agrícola de un pueblo enraizado al campo, con especial calado en sectores como el vinícola y el olivarero, y con una impronta fronteriza por su interconexión con Portugal.

Está instalado en lo que fuera la bodega de los Hermanos Ramos, junto a la carretera CL-527, que ejercieron la compraventa de vino a unos niveles impresionantes y por muy diferentes puntos del país. Esta bodega-nave fue heredada por José Montero y, junto con Roberto Fariza, tomaron la determinación de adecuar el lugar y reconvertirlo en un Museo. Tras medio año de laborioso trabajo de adecentamiento del edificio -con paredes de piedra y ladrillo- y una dedicación a la conservación y restauración de piezas guardadas a la sombra y fuera de uso, hoy el Museo es una realidad abierta a los turistas.

"Los dos tenemos alma de coleccionistas y de chatarreros, pues los abuelos fueron anticuarios o plateros. Lo llevamos en la sangre" expresa Fariza. Con esta inquietud en vena, rescataron cuantas piezas tenían almacenadas, más fueron recogiendo otras que "nos fueron dando", y el resultado es un muestrario que ha despertado el interés de los vecinos y que llama la atención de los visitantes y turistas por el valor y la vida que encierra cada pieza.

Son una diversidad de elementos ordenados por secciones: agricultura, ganadería, juegos infantiles, guerra civil... e incluso han recreado una habitación de antaño y también un salón.

Entre las muchas piezas expuestas y que reverdecen una pasado que las personas de avanzada edad reconocen, porque las usaron en la vida cotidiana y les acompañó hasta el agotamiento, "están prácticamente todas las agrícolas y ganaderas", pero también pueden verse "cosas curiosas" como una urna de cristal "donde se votó la II República", un casco alemán de la II Guerra Mundial, unos grilletes de los usados por los presos en la Edad Media.

Hace unos quince días que abrió al público y quienes han tenido la oportunidad de disfrutar de los acopios y de regresar a unas tradiciones y tiempos pretéritos han valorado positivamente la iniciativa. Los promotores mantienen la originalidad de poner a disposición de lo turistas "un bote para que, si alguien quiere, eche la voluntad", con la que esperan mejorar algunos aspectos como "la iluminación directa" .

"Hemos trabajado como..., pero la gente ya puede ver el Museo" expresa Fariza, que pone de manifiesto que el acondicionamiento continuará con la zona de bodega porque en ella se conservan cubas de cemento "de 15.000 y 20.000 litros y todo tipo de maquinaria". Montero y Fariza llevan en su cuerpo la inquietud y, ya jubilados, consideran que el Museo supone un aliciente más para que los turistas disfruten en mayor medida de Fermoselle, ensanchen los recuerdos y hasta prolonguen su estancia.