El pueblo de Rabanales, el histórico Rubellus de los manuscritos antiguos, allí donde los expertos ubican a la Curunda caesarea del Imperio de Roma, sus gentes, hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos, daba el día 28 su último adiós a una de sus más insignes vecinas: María Blanco Faúndez, una niña nacida a la vera del río Mena en Ufones que termino convertida en Rabanales en la "reina de los frutos del bosque"

María Blanco Esteban nació el 10 de octubre de 1942 en Ufones, pequeño, bonito y acogedor pueblo perteneciente al municipio de Rabanales, en el seno de la familia de José y Basilisa (agricultores), -fueron siete hermanos-, siendo bautizada en la iglesia de Santa Eulalia de Mérida. Tiempos de grandeza, -más en o humano que en lo material-, para un pueblo que tenía entonces 148 habitantes e iba camino de los 159 de 1960, su mayor índice poblacional.

Finalizada la cruel Guerra Civil en 1939 fue ella una de las niñas llegadas al mundo para, en teoría vivir, a las que tocó sobrevivir donde "amar en tiempos revueltos", días donde hasta "vivir a pan y agua" era un lujo que no todos podían permitirse, pues hubo pueblos donde se racionó la harina y, como Moldones, hasta el agua cuando la sequía se volvía traicionera y hasta los abundantes manantiales parecían tambalearse en la dura posguerra donde había poco, muy poco, para muchos.

La historia de su vida estuvo marcada por tres pueblos alistanos. En 1962 María tomó una de las decisiones más duras de su vida, la de dejar Ufones, su pueblo, para convertirse en emigrante. Nunca es fácil dejar el pueblos, familiares y amigos aunque se haga con el convencimiento de que se hace por necesidad de progresar en tierras lejanas. Y tomó el camino de Alcañices, cruzó el mena y en el "Alto de Matellanes" giró su cabeza, mientras las lágrimas regaban su rostro, para decir adiós a Ufones y Aliste con el corazón y la promesa de volver a la tierra que le vio nacer. Ni se imaginaba María que allí se iniciaba una historia, la suya, donde el amor y la constancia le iban a convertir en una gran mujer: la reina de los frutos del bosque.

Un año después, en 1963, en Sejas de Aliste(nacido el 10 de mayo de 1938), -fue él uno de los "niños de la guerra"-, cogía las maletas y dejaba Sejas camino de Francia. Hijo en una familia con cinco hermanos, fue reclamado en tierras francesas por su hermano Antonio Faúndez, camionero de profesión en tierras galas (qué ya jubilado fue alcalde del Ayuntamiento de Rábano), el cual le metió en el duro mundo del transporte pesado por carretera.

Sus destinos parecían predestinados a encontrarse y se encontraron. Dos jóvenes alistanos, un camionero y una empleada de una tienda de pantis, cosas de la vida, se conocieron a miles de kilómetros de si tierra, allí se enamoraron y se casaron.

La familia Faúndez Blanco integrada por Antonio y María, de la que nacieron cuatro hijos, regresó a Rabanales en 1968 y la primera iniciativa fue montar un taxi en un pueblo que entonces tenia 469 habitantes, pero el negocio no funcionó, y una vez más, el hermano mayor, Antonio, se llevaba en 1972 a su vera a Manuel y a su mujer a Irún donde trabajaba desde 1971.

Un solo año en el País Vasco trabajando de camionero valió a Manuel para conocer el mundo de las setas en Cataluña. Detrás de un gran hombre (Manuel) siempre hay una gran mujer (María) y a cada regreso en sobremesas y paseos ambos comenzaron a darle vueltas: "pero si en Aliste hay miles de setas que nacen y desaparecen sin que nadie les preste atención". Ahí podía estar su futuro. Y estaba. La senda que parecía un atajo hacia el éxito ni mucho menos era un camino de rosas

En 1981 María y Manolo tras darle mil y un a vueltas y echar cuentas decidieron jugársela a todo o a nada. En Mercabarna los Boletus edulis estaban pagándose a 3.000 pesetas el kilo. No se lo pensaron dos veces, Manuel le alquiló un camión a su propia empresa, se vino de Irún a Rabanales, compro 4.000 kilos de Boletus edulis y cuando llegó a Barcelona habían bajado a 50 pesetas el kilogramo. Un negocio que se aventuraba redondo convertido en cuadriculado: la apuesta parecía ganadora del todo y fue perdedora del nada.

En los momentos difíciles hasta la esperanza se tambalea. la mayoría habrían tirado la toalla, pero Manuel y María, no, no se rindieron y regresaron a Rabanales donde primero pusieron en marcha en plena travesía un restaurante y una carnicería.

En su cabezas eran conscientes que no podía ser que los montes alistanos se criaran setas a miles y se perdieran como alimento si acaso de las ovejas, vacas y cabras. A pesar del traspiés de un año antes, en 1982, volvieron a apostar por la micología y así, ni cortos ni perezosos fundaron "Faúndez Gourmet".

María, la de Ufones, y Manolo, el de Rabanales, fueron y así se lo debe reconocer la provincia de Zamora en general, los grandes artífices de la puesta en valor, recogida y comercialización de las setas alistanas, hasta convertidas en parte imprescindible de la concina casera tradicional y de la de alto standing, con un referente, el Boletus edulis, criados en los jarales alistanos, como uno de los manjares del mundo agroalimentario de Europa y del mundo: hasta Japón han llegado los Boletus edulis de María y Manolo.

Ellos fueron pioneros de una industria micológica y con su empresa cada año crean puestos de trabajo, muy en particular para mujeres, y recogiendo y comercializando setas y castañas ayudan a las familias alistanas a sacar al mercado los magníficos frutos del bosque.

Manuel Faúndez Rivas sumido en el dolor escribió de su puño y letra el epitafio de su amada esposa y compañera de aventara familiares, humanas y empresariales: "María uno de los pilares más importantes de esta empresa por su constancia en el trabajo y capacidad de sacrificio, un manojo de nervios, pero sencilla de humildad y mayor bondad" y sentencia "En la vida hay momentos buenos y malos y ella siempre estaba ahí".

Aliste y los alistanos están tristes María Blanco Esteban "La Reina de los Frutos del Bosque" se ha ido la Cielo, pero su memoria permanecerá vida en las memorias y los corazones de quienes la conocimos y tratamos y allá en el jardín micológico que ella y Manolo crearon a la sombra de los castaños de la calle "El Salvador" donde entre Boletus, y Níscalos los duendes y hadas del bosque tiene a su reina: María.