La batalla emprendida por F. L., una de las víctimas del sacerdote José Manuel Ramos Gordón -expárroco de Tábara confinado en un monasterio por cometer abusos sexuales-, despertó el trauma que desde hace más de cuarenta años viene arrastrando esta tinerfeña. Fueron los pasos dados por quien destapó los escándalos de pederastia en el antiguo seminario de La Bañeza y el colegio Juan XXIII de Puebla de Sanabria los que animaron a esta mujer a dar el paso de escribir en una carta el "calvario" sufrido cuando solo tenía 11 años.

La carta manuscrita que recibió el obispo de Astorga ofrece cuantiosos detalles del pueblo y la casa parroquial a la que fueron invitadas la víctima y su madre por el sacerdote al que acusa de los abusos. Cuenta cómo después de aquella estancia en Sanabria, que abandonaron precipitadamente por los actos del párroco, éste siguió escribiéndole cartas ofreciéndose a hacerse cargo de su educación. Y otras menos "amables", donde le amenazaba si contaba lo ocurrido en la casa parroquial. "Recuerdo que una noche que llamó a casa me oriné en la cama y pedí a mis padres que me dejaran dormir con ellos" cuenta en la carta que pudo leer el obispo de Astorga y que también se ha enviado a Roma. "Por lo que sufrí, creo que me merezco un respeto", le cuenta al prelado quien respondió con una carta sentida y comprensiva. "Le honra" en boca de otra víctima.