La concentración de 150 moteros en la plaza de Jambrina el domingo rompió la rutina por un momento a un pueblo que se ve sorprendido por primera por el llamativo espectáculo de las dos ruedas. Incluso se procedió a retrasar un breve momento el inicio de la misa para que el ruido de las máquinas al retomar el camino no perturbara la celebración.

Todo el pueblo contempló la motorización "porque no se había cosa igual". Los moteros llegaron bien organizados, disfrutaron del almuerzo en el bar de Luis Miguel Hernández y siguieron su ruta por tierras zamoranas para finalizar en un concierto organizado en el pueblo salmantino de Castellanos de Morisco.