Un sol radiante acompañó ayer a la Virgen del Olmo en su recorrido por los campos de Villaescusa, lo que animó a cientos de romeros a participar en la fiesta que saca a la patrona de su ermita por primera vez en el año. La próxima será el 26 de mayo para bajar al pueblo.

La afluencia fue tan numerosa que el recorrido de la procesión se vio alargado por las múltiples paradas que tuvo que hacer la imagen para que los niños de Villaescusa recibieran su bendición. En una jornada romera que coincidía con el Día de la Madre, en este pueblo de La Guareña los pequeños lo celebraban con su propia madre y a la vez con la de todos los cristianos.

Las estampas de los infantes a los pies de María fueron las más fotografiadas en este día de fiesta que compartían todos los villaescusanos y un buen número de personas llegadas desde otros municipios cercanos.

El templo campestre se quedó pequeño para acoger la celebración de la Eucaristía. La elevada concurrencia marcaba una notable diferencia respecto a la romería de 2018, cuando la lluvia deslució la celebración y mermó la participación. No era por falta de ganas y de tradición, como se ha demostrado este año.

Tras la misa llegó el turno de la bendición de campos para que la Virgen del Olmo traiga esas lluvias tan necesarias para los agricultores -pero a poder ser, que no coincidan en los días de fiesta para Villaescusa- y también de la tradicional subasta de las andas. Este año se adjudicaron en cien celemines cada una, un total de 240 euros que se destinarán al mantenimiento de la ermita.

La jornada romera concluía con el reparto de las ricas rosquillas que villaescusanos y forasteros degustaron en la campa junto a la ermita, prolongando la fiesta romera bajo el apacible tiempo que traía el tercer domingo de Pascua, antes de despedirse de la ermita, a donde se regresará el 26 de mayo para bajar a la Virgen del Olmo a la parroquia, donde permanecerá rodeada de sus devotos hasta Pentecostés.