Enclavada en el corazón del pueblo, la iglesia de San Andrés es la joya y orgullo de los olmeros. El pequeño templo mudéjar, declarado Bien de Interés Cultural, atrae cada año a grupos de visitantes locos por conocer bellos y escondidos monumentos que pueblan en mundo rural. De su cuidado, limpieza y custodia se encargan Consejo Hernández y las hermanas Yayi y Leo Martín, que mantienen la iglesia como una tacita de plata. Recuerdan cómo a mediados del siglo pasado un sacerdote descubrió casualmente el retablo escondido tras las paredes encaladas de la iglesia. "Se cayó algo de la pared y al mirar vio que había algo debajo, en seguida llamaron al Obispado y para nuestra sorpresa estaba todo el retablo". Pese a que algunas de las obras terminaron en Zamora, el templo conserva tallas destacables como la de San Andrés, San Antonio arrodillado o la Virgen de la Paz, patrona del pueblo. Una vez a la semana, los sábados, las puertas del templo se abren para la misa con un puñado de fieles que han formado un modesto pero activo coro parroquial.