Los miembros de la Asociación Obrera Católica, de Puebla de Sanabria, conmemoraron ayer el Primero de Mayo, una fiesta arraigada y con continuidad desde 1905, lo que la convierte en una de las más antiguas de la provincia a sus 114 años.

Los miembros y directivos de la Asociación abrieron los actos del día de fiesta en el Salón de los Obreros, un edificio emblemático levantado en la calle San Bernardo, que además de sede de la Asociación, es sede del Museo de Gigantes.

La comitiva recorrió el trayecto a pie desde el casco antiguo hasta la ermita de la Vera Cruz situada en el extrarradio de la población, desfilando por la calle del Matadero atravesando las huertas y el pontón del arroyo Candanedo hasta llegar a la Vera Cruz.

El presidente de la Asociación, Antonio Vasallo Cifuentes, presidía el recorrido junto con las autoridades locales y los miembros de la Asociación.

El paso se hizo al son de las gaitas y tambores de los músicos veteranos de Atrapallada que animaron con el folclore sanabrés, ante la sorpresa de algunos turistas que en ese momento se encontraban en los aledaños de la Rúa y el Arrabal y que no pudieron menos que inmortalizar el evento con sus cámaras.

Uno de los tesoros de la Obrera Católica es su bandera de seda e hilo de oro, que data del año de su creación, y que abre todos los años la marcha para presidir la entrada al templo. La bandera ondeó ayer con todo su esplendor durante todo el recorrido.

El párroco, Julián Galende, pidió en la misa por "un trabajo decente, que es lo mismo que decir un trabajo digno".

El padre recordó los orígenes de esta Asociación creada por "gente buena" que demostró "su solidaridad" y amparo con los más necesitados. Salvando la distancia y que las carencias no son tan extremas, pidió "por los trabajadores parados y sus familias". Recordó el sacerdote que la iglesia unió a la festividad del día del Trabajador a la festividad de San José "un hombre bueno".

La asociación está formada por unos 60 socios que hasta ahora eran mayoritariamente personas jubiladas, aunque en los últimos tiempos se nota una mayor afiliación de gente más joven, que permitirá renovar la asociación, como explicó el presidente.

Antonio Vasallo subrayó el legado histórico de esta asociación y puso de manifiesto que "soy la tercera generación detrás de mis abuelos por parte de madre y de padre, y mi padre -Antonio Vasallo-".

Desde 2005 preside la asociación que se dedica principalmente a preparar los actos del Primero de Mayo.

Destacó de los antepasados y fundadores de la asociación "que como mi abuelo y mi padre entre otros vecinos de la asociación, trabajaron desinteresadamente para hacer el salón de la Asociación", además de ayudar con obras de generosidad a las familias que lo necesitaron, como recordó también en el sermón el padre Galende.

La imagen llamativa en estos tiempos es que la Asociación solo está formada por hombres, lo que hace plantear al presidente "un cambio en los estatutos porque hay muchas mujeres que tienen ganas de pertenecer a la asociación".

Vasallo hizo una valoración de la disponibilidad de trabajo en Puebla. "Llevamos cuatro años relativamente buenos, en los que hay trabajo con las obras del AVE, hay una buena comunicación por autovía, el tren y el alumbrado, que han atraído turismo" manifestó. El presidente de la Asociación añadió que "no recordaba una Semana Santa de gente como esta".

La cuota que pagan los socios es de 10 euros al año, que permiten tanto mantener el local como organizar la fiesta, en la que se agasaja a los participantes con pasteles al finalizar la misa y el baile, rememorando los pasos de baile que resonaban en el salón de los obreros en el transcurso del pasado siglo.

El Barrio de la Vera Cruz festeja este fin de semana su fiesta del Cristo, mientras que San Isidro "El Labrador", el patrón de los agricultores, cumple penitencia por un año en el que arruinó la cosecha en Puebla. Anécdota que contaba el presidente de la asociación.

Los comentarios de las "trabajadoras", las mujeres que cuidan de la ermita, para que esté lo mejor posible, es la falta de ayuda para sostener el templo y hacer las pequeñas reparaciones de mantenimiento, e incluso de arreglo de la cubierta o de una ampliación en la electrificación del templo.

Los defectos del suelo, en mal estado, quedaron ocultos por una veintena de alfombras, donadas por el vecindario y de cuyo arreglo se encargan las vecinas de la Vera Cruz.