"¿Cómo es posible que de Nazaret saliera un hombre tan elocuente y formado?" se pregunta Manuel Sanabria. "Yeshua, un muchacho de Nazareth" intenta dar respuesta y llamar a la reflexión sobre la existencia y trayectoria de un personaje tan universal como fascinante. Es la esencia de la primera novela de este profesor alistano, que sale a la calle ya con un premio bajo el brazo, el segundo del VI Concurso Internacional de Novela Contacto Latino.

-Después de otras experiencias literarias por primera vez se lanza a la novela y con un personaje universal ¿por qué pensó en Jesús de Nazareth y el inicio de la era cristiana?

-En mis lecturas de ocio la historia siempre me gustó y la novela histórica tiene esa característica de hacerlo mucho más ameno. Me gusta por ejemplo Santiago Posteguillo, a mi hijo también y compartimos charlas, libros, lecturas, por eso me decidí hacerlo por ahí. De hecho al principio lo tenía diseñado como narrativa, pero después opté pore darle una vuelta a todo y transformarlo en novela.

-Cuando se da ese paso ya se confunde la línea entre lo real y lo ficticio, ¿en este caso nos tenemos que atener a los hechos reales o ha introducido ficción?

-Los hechos reales están en el trasfondo, creo que se pueden intuir y se siguen perfectamente. La ventaja de novelarlo es que te da más libertad a la hora de expresar ideas, pensamientos, incluso teorías. En la narrativa estás más encajonado, tienes que ser más objetivo, más histórico.

-El libro se sitúa en un periodo singular; año 1, Galilea, donde nace un hombre que haría historia ¿no le asustaba un poco novelar a Jesús de Nazareth?

-La verdad es que sí, era lo que más respeto me daba. Porque además es un personaje muy estudiado a todos los niveles, histórico, arqueológico, teológico... Es un campo muy trabajado y yo tenía que aportar algo, descubrir por qué línea tirar. Creo que es de las decisiones que más me costó a la hora de elaborar el plan.

-En ese contexto sitúa a un personaje controvertido, Herodes el Grande, impulsor de proyectos colosales pero a la vez considerado un tirano. ¿Qué perfil se puede trazar?

-A raíz de empezar con el libro en mi despertó gran admiración. Pienso que históricamente a lo mejor el cristianismo lo que pretendió fue calar en el ámbito judío, en el que Herodes estaba mal visto. De alguna manera criticarlo favorecía la implantación del cristianismo. Pero independientemente de eso, si lo juzgamos de una manera objetiva fue un gran hombre, fue descomunal lo que propuso.

-¿A pesar del episodio de la matanza de los inocentes que relata el Evangelio?

-Bueno crea mucha polémica, en aquella época no se andaban con chiquitas, hubo barbaridades muy gordas, pero cada época hay que juzgarla dentro de su contexto. Probablemente lo de la matanza de los inocentes fue algún ajusticiamiento a alguna familia, en la cual habría algún niño. Herodes vivía obsesionado por la traición, de hecho había mucha gente que no lo quería, existían movimientos para eliminarlo y sustituirlo por otra dinastía más afín a lo que el pueblo judío buscaba y quería.

-Y nace Yeshua, en un pueblo dominado por el imperio romano, ¿cómo era aquella vida?

-Hay varios niveles; por un lado está la gran política imperial, un estrato en el que se dan ciertas pinceladas. Luego está la política local de aquella provincia romana controlada por Herodes, que a su vez estaba al servicio de Roma; era un títere del emperador . Y después estaba la vida diaria de los pueblos y las aldeas, muy sencilla, muy normal, trabajando duramente. Las condiciones eran duras porque el trabajo prácticamente rondaba la subsistencia y poco más.

-En ese contexto nace Jesús de Nazareth sobre el que usted introduce claves que llaman a la reflexión, ¿por qué ese personaje sencillo nacido en una aldea de Galilea llegó a ser un Dios?

-La idea que está detrás es que tenemos el personaje histórico que nos llega por fuentes de origen romano y judío, y sobre por las fuentes cristianas a través de los evangelios, tanto apócrifos como canónicos. Por qué llegó ahí, qué hubo en su infancia que motivara los aprendizajes que tuvo, las experiencias que tuvo y desarrolló con ese resultado. Yo intento recrear en su infancia y su juventud experiencias que pudo haber tenido para llegar a ser lo que fue.

-¿Tiene respuestas para semejantes reflexiones?

-Desde luego una de las cosas que sí se cuestionan en el libro es que parece demasiada sencillez en el personaje para ser tan genial. Es difícil, incluso aunque nos pongamos en el plano teológicoreligioso del milagro, hablar de un superfenómeno o un extraterrestre; esa línea la tenemos que descartar. Fue un ser humano como nosotros y tuvo una formación, unas experiencias y unos aprendizajes que debieron ser interesantes. Y esos aprendizajes no los podía tener en una aldea pequeñita como era Nazareth. Estuvo en contacto con una villa romana, probablemente Séforis, y en la novela se describe cómo fue su trabajo, su actividad allí y cómo se pudo empapar de aquella cultura. Tenemos pistas en el Evangelio que insinúan una cultura helena y de algún sitio se tuvo que empapar; lógicamente es muy difícil que fuera en Nazareth.

-Alguna vez ha dicho que ha encontrado ciertas similitudes entre ese ambiente de la aldea de Nazareth y el que usted mismo vivió en su pueblo alistano, ¿eso le ha ayudado a recrear la historia de su novela?

-Claro, porque la vida en la aldea de Nazareth y a lo largo de toda la Edad Media realmente era muy parecida a la de un pueblo de la España rural hasta hace poquito, hasta que se produjo una transformación increíble. Pero antes de ese salto se seguía con el arado, trabajando con los bueyes, con las vacas; la vida era muy parecida a aquella con la que yo nací, a los primeros años de mi infancia. Entonces conocerla y vivirla no cabe duda de que me ayudó a meterme dentro de los personajes a la hora de escribir, de entender sus emociones, sus percepciones, sus pensamientos, la dureza de la vida del campo, la dificultad de moverse y trasladarse en aquellas condiciones, pendiente del tiempo. No cabe duda que me ayudó.

-Habla de Miguel Delibes como un referente, ¿quizás como el gran relator de la vida rural?

-La verdad es que me encanta y cada vez más. Y tengo el presentimiento de que toda esa vida en la que yo me crié se está perdiendo, una vez que la generación que habita en los pueblos desaparezca. Porque son los que han nacido allí, han vivido, han trabajado y mantienen la cultura. El despoblamiento no es solo que la población se marcha, es que la cultura se agota, se pierde. Y hay una riqueza tremenda de costumbres, el lenguaje, maneras, formas de vida, palabras utilizadas para decir las cosas, expresarse, cuentos, anécdotas€ eso todo probablemente se pierda. Y me da pena, por eso me gustaría dejar constancia de una riqueza que deberíamos esforzarnos por mantener el mayor tiempo posible.

-Supongo que cuando vuelve al pueblo sentirá esa sensación de que algo se pierde.

-Sí. Mi mujer es de Aliste también, a mis hijos les encanta y como lugar para pasarlo bien nunca pienso en la playa. A lo largo del día muchas cosas me vienen a la cabeza de mi tierra. Te tira, tienes familia y personas muy estimadas que están por allí. Las experiencias que marcan, las que se quedan grabadas para toda la vida son las de la infancia y las mías son de Aliste. Hay un sustrato muy interesante.