Contra la lluvia y el frío, usuarios de la sanidad pública toda Aliste para llegar a tener una plantilla estable y diaria de 12 médicos de equipo y 4 médicos de área con su correspondiente personal de enfermería que puedan garantizar, las 24 horas del día y los 365 días del año la prestación sanitaria" en los 62 pueblos de la zona.

Esta fue la principal y unánime reivindicación de la multitudinaria marcha "Aliste resiste" en la que se dieron cita vecinos de cada uno de esos 62 pueblos alistanos bajo el lema "Aliste se muere: por una sanidad rural, pública y digna de calidad". Un grito unánime "no para manifestar lo que queremos, sino para reclamar lo que necesitamos".

El intempestivo día de agua y frío no consiguió frenar a los hombres y mujeres, niños, jóvenes y mayores, que acudieron a participar en el acto organizado por el Movimiento en Defensa de las Sanidad Pública de Aliste.

Tomás Castaño Fernández, nacido en Santa Ana el día 29 de mayo de 1926, en casa de su abuela, pues su familia residía en Alcorcillo, con la sabiduría, tranquilidad y serenidad que dan los 93 años vividos, sentenciaba: "Obras son amores y no buenas razones. Eso dice la sabiduría popular, nuestra sabiduría y esto es lo que reivindicamos en esta mañana desde estas tierras de Aliste: razones que se conviertan en obras".

Miríam Blanco Moral, de Matellanes, nacida el 16 de mayo de 1996, es arquitecto y está trabajando en Arquitectura y Cooperación para el Desarrollo en Países Empobrecidos. Esto la lleva a trabajar tres meses al año a la República Dominicana a donde hoy domingo regresará. Ella puso la justificación a lo pedido: "Porque las razones las tenemos. Tenemos razones que nos ofrecen tanto la Constitución Española en su artículo 43 al reconocer no sólo el derecho a la protección de la salud sino el deber de los poderes públicos de organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios como nuestro propio Estatuto de Autonomía en cuyo artículo 13 afirma que los poderes públicos de nuestra comunidad se comprometen a velar para que ese derecho sea efectivo".

El abuelo "Tomasín" insistía: "Sin embargo, más allá de las razones, tenemos la razón. La razón que nos da nuestra dignidad como personas que quieren vivir en sus pueblos sin la sensación de no estar siendo olvidados por aquellos que tienen el deber de asegurarnos una vida digna. Tenemos las razones y la razón, ahora falta que se dos aporten las obras que hagan creíbles y reales estas razones". La palabra alistana pedía a viva voz "Unas obras que vayan más allá de bellos discursos y fotos en las redes sociales. Unas obras que sepan que la sanidad no puede entrar bajo el prisma de los criterios de rentabilidad económica, porque la salud (nuestra salud) no se vende. Cuando un sistema sanitario se organiza en función de la rentabilidad económica y marginando la rentabilidad social siempre acaba dejando en la cuneta de la historia a las mismas: a las más débiles y a las más debilitadas".

Así se cree y así se manifestaba que "necesitamos una correcta organización de dicha plantilla para que los profesionales que nos atienden dispongan de unas condiciones laborales adecuadas, con las cargas de trabajo correctas y respetando sus tiempos de descanso. La dignidad laboral del personal sanitario influye directamente en la dignidad de la atención sanitaria" para insistir en que "Necesitamos, en definitiva, un sistema sanitario público digno para el medio rural".

Finalmente se expresó: "No pedimos sólo por nuestros pueblos, por el pueblo de cada uno de los que estamos aquí. Pedimos que ningún pueblo se vea excluido porque por muy bellos paisajes que tengamos nadie va a querer vivir en el mundo rural sin lo más básico, que es la atención sanitaria, no lo tiene asegurado: obras son amores y no buenas razones".