La temporada de pesca se abrió este fin de semana con pocos pescadores ribereños a pie de orilla y muchas críticas al sistema de gestión de permisos que impide a los mayores obtener las autorizaciones vía internetcríticas al sistema de gestión de permisos. Las primeras capturas se lograron con desigual suerte para experimentados y novatos. La falta de limpieza de ríos y regatos, la limitación de permisos y la presencia de especies foráneas, como el cormorán, estaban en las conversaciones a pie de río.

"Menos prohibiciones y menos sanciones y más limpieza de los ríos. Lo que se recauda de las licencias que se destine a limpiar las orillas, que no se han preocupado de los pescadores ribereños. Un día como hoy esto estaría lleno de abuelos con la caña pescando a lombriz" argumentaba señalando los bancos de la zona recreativa del Tera, uno de los pescadores de Puebla, de los más conocidos por su tradición familiar en el arte del sedal. Las escolleras aparecen llenas de vegetación y raíces que colonizan el cemento y la piedra, el lecho del río lleno de broza, la entrada al Tera tapada por especies arbustivas. A corto plazo "las espadañas que están ahora se van a extender por toda la orilla".

En el AREC de Puebla "solo se dan seis permisos para un montón de kilómetros de río. El lunes a las 9 de la mañana, cuando se abre el plazo para solicitarlos, ya no hay ninguno. Siempre ves a los mismos pescando" se quejan los pescadores. Aguas abajo de la presa de Tinico el número de permisos es de 120 "y están todos dados" pero se ven pocos pescadores, media docena escasa, porque están repartidos por el perímetro del embalse de Cernadilla, y con mucha demanda entre una decena de pueblos ribereños con gran afición a la pesca. En las áreas recreativas "los ribereños podemos pescar dos truchas de 26 centímetros y en los cotos, que es donde pagan, se pescan cuatro y de 24 centímetros".

El control de las especies invasoras es muy cuestionado por los pescadores que opinan que "veo bien que haya nutrias y garzas, porque siempre las ha habido y son un indicador ecológico del estado del río, pero no se hace nada por controlar los cormoranes. A los cazadores tenían que dejarnos cazarlos en época hábil, pero como no es especie cinegética se comen truchas de medio kilo y se meten por el río y los regatos". No lo confiesan pero sí ha habido capturas en la primera jornada y que no tardarán en caer en la jornada dominical.

Aguas más abajo un padre y un hijo tientan la suerte al tiempo que el niño aprende a lanzar y a desenrollar el sedal. De momento no ha habido capturas pero el sábado, en esa zona, se pescaron un par de ellas o poco más. Padre e hijo asisten al lance exitoso de otro pescador ribereño al otro lado del río, que recoge con paciencia el sedal, que poco a poco va acercando la captura hasta la orilla. Al final, emerge una buena trucha.

"No me voy sin tirar la caña" dice resuelto un pescador uruguayo, afincado en Madrid, de vacaciones en Puebla. Pregunta "parece que aquí pescan a mosca" familiarizándose con el río Tera en el que nunca ha pescado y que va a probar por primera vez, mientras la familia espera en el parque infantil. Antes de coger la caña "he mirado la normativa" bastante engorrosa por los cambios sucesivos de temporada en temporada.

Si el Tera tiene pocos pescadores, el río Castro no tiene ni uno, además de la prohibición de pesca, las obras del trazado del AVE y el estado de las orillas impide que el pescador ni se deje caer por este escenario fluvial.