En cuanto a las modalidades permitidas para cada especie, en caza mayor se contempla la montería, gancho o batida, rececho, aguardo, al salto y en mano. Las modalidades de caza menor vigentes son: al salto, en mano, ojeo, espera o aguardo, caza de liebre con galgo, conejos con hurón, zorros con perros de madriguera, caza de palomas y zorzales en migración invernal en pasos y caza de acuáticas desde puestos fijos.

La Ley aprobada por las Cortes regionales considera que la caza "es determinante para la conservación del patrimonio natural y el equilibrio de los ecosistemas y de la fauna". En el caso de Castilla y León con la información técnica y científica actual, "está constatado en muchas comarcas, que la sobreabundancia de poblaciones de ungulados silvestres, en los hábitats de especies catalogadas en peligro de extinción como el urogallo cantábrico o el oso pardo cantábrico, es negativa para estas especies, por lo que la gestión de las poblaciones cinegéticas se impone como una medida fundamental para la conservación de las especies más amenazadas".

La nueva norma incide también en las cifras de siniestralidad que ocasiona la fauna silvestre cinegética como "un motivo de preocupación en todos los países de la Unión Europea. Las políticas públicas de seguridad vial exigen la reducción de los efectivos de poblaciones de ungulados silvestres en determinadas comarcas de forma prioritaria por parte de los poderes públicos y, para lograr esta medida, la herramienta más efectiva es la caza".

Como dato revelador, los más de seis mil accidentes provocados por la fauna cinegética en Castilla y León durante el año 2016.

El consejero de Fomento y Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, incide en la importancia de la caza en Castilla y León "como actividad reguladora de la salud pública, animal, de la seguridad vial y especialmente de la sostenibilidad y el equilibrio de todas las especies, en particular de las más vulnerables".