La antigua gastronomía más pura y tradicional alistana "es uno de los mayores valores de nuestros pueblos y tenemos que recuperar y potenciar los platos más ancestrales como un patrimonio de nuestra historia". Así lo creen mujeres alcañizanas que han formado un frente común para poner en valor la cocina tradicional compartiendo los saberes que desde niñas han ido aprendiendo de su abuelas y madres. Quieren transmitir ese patrimonio a las nuevas generaciones para que el eslabón de oro no se rompa y garantizar la pervivencia.

En tiempos en los que la cocina se ha convertido en un "reality show" de televisión donde prima lo material y las audiencias, las amas de casa alistanas han ido a lo más importante: la esencia.

La iniciativa ha contando con el respaldo de la Asociación Cultural "Amigos de Alcañices" y su peculiar ciclo formativo ha desarrollado su primera etapa a lo largo del invierno: enero, febrero y marzo.

El lugar elegido para las elaboraciones culinarias fue la magnifica bodega de una de las socias, Mari Tere Aguiar, dotada con las últimas tecnologías de la cocina moderna, pero que a la vez dispone de la siempre necesaria y socorrida chimenea alistana, en una tierra donde el fuego de la lumbre, fue y es parte imprescindible de la buena cocina de potes, sartén de patas, calderas y estrebes. Así muchos de los platos fueron elaborados al más puro estilo de madres y abuelas.

Uno de los platos estrella fue el "arroz a la zamorana", aquel que hace ahora 135 años un madrileño degustó en una posada de la villa y termino como referente de la guia gastronómica "El Praticón". El arroz a la zamorana nació Aliste al calor de la lumbre alistana de encina y brezo (cepas de urce) en épocas de otoño e invierno, plato de supervivencia rural, primero, que fue mejorando hasta ser menú de las bodas que antaño tenían lugar en los meses de menos tareas agrícolas: diciembre y enero.

Dos fueron su compañeras de viaje inseparables, las cazuelas de barro de la alfarería de Moveros: las de "lumbre" para cocinarla y las "medianías" para degustarla. La medianía es una cazuela que se situaba en el medio de la mesa y de ella comían como poco seis comensales, tres de cada lado.

Entre las maestras cocineras del ciclo formativo estuvo María Silva Vega que durante 40 años elaboró y sirvió arroz a la zamorana en su "Casa María y Manolo" desde que lo abrió el 8 de agosto de 1879 hasta el 31 de diciembre de 2018.

Aunque luego evolucionó, la arroz a la zamorana en sus orígenes alistanos estuvo unida a los productos de la matanza, que era lo que había en todas las casas, junto a los ajos de la huerta y el tomillo del monte alistano.

En la cocina como en la vida misma lo antiguo no está reñido con lo moderno y por eso, juntos que no revueltos, se enseñaron y aprendieron a cocinar un total de 16 nuevos platos: salsa a la boloñesa, pastel de atún, leche merengada, empanada de jamón y queso, crepes, tarta Regina, pimientos rellenos de quesitos, soufle, merluza rellena, brazo de gitanos, bacalao fresco con tomate y pimientos, tarta de manzana, melocotones rellenos, berenjenas rellenas, huevos a la remanguillé, torrijas alcañizanas, flores dulces, huevos con piña a la Maritere, canapés variados de sobrasada con miel, crema de queso azul sopa al cuarto, potaje de garbanzos y arroz a la zamorana.

Las socias coinciden en señalar que "la experiencia ha sido estupenda, un gran éxito, todas nos llevamos bien y todas participamos en la medida de lo posible y todas hemos aprendido recetas asequibles que de hecho algunas ya hemos puestos en práctica en nuestras casas".

El ciclo formativo ha sido totalmente gratuito tanto para las socias como para la asociación cultural "Amigos de Alcañices" y por ello la Junta Directiva se está planteando organizar mas ciclos en los que tanto los socios como las socias puedan enseñar a los demás alguna cosa que sepan hacer. De momento la idea es repetir la experiencia de cocina para los meses del otoño.

La comarca de Aliste cuenta con auténticos y muy tradicional manjares como la Ternera de Aliste (con Indicación Geográfica Protegida), corderos, cabritos, setas, moral, miel, castañas, lechones y la matanza. Toda una riqueza culinaria que adquiere aun más valor si cabe elaborándolos como antiguamente los preparaban nuestros antepasados, con esmero