Las orugas saltan a la escena y millones de ejemplares desfilan estas fechas a paso lento por montes y cascos urbanos porque la procesionaria invade buena parte de los pinares de la provincia o de los árboles sueltos que existen en plazas y jardines de algunos pueblos de Zamora.

Las bolsas donde se guarecen los depósitos de larvas aparecen colgadas como adornos blanquecinos y más que visibles en miles de pinos de las diferentes masas forestales, pero son las impresionantes marchas de las orugas, que van hacia el enterramiento, las que llaman la atención de las personas, especialmente cuando transitan como largas cadenas o serpientes por los cascos urbanos.

Es un insecto que se ha visto favorecido por el clima y porque la Administración ha dejado de combatirlo mediante fumigaciones aéreas y con productos químicos para no causar efectos nocivos. Ha optado porque sea la propia naturaleza quien restaure, con el paso del tiempo, el equilibrio y la normalidad.

La proliferación de la procesionaria es, sin embargo, "el declive de las coníferas porque es el vector de todos los ataques" de este tipo de arbolado, al decir de Pedro Vega, dedicado a las podas forestales y a la apicultura. "Cada bolsón contiene 150 orugas y los pinares de repoblación están infestados. Ahora nadie quiere meter mano con fumigaciones por temor a que se les echen encima y, además, el insecto se ha quedado sin los predadores naturales -aves y algunos coleópteros- y solo puede ponerlo freno el hombre" expresa el tabarés.

Sanitarios y veterinarios advierten de las reacciones alérgicas y urticarias que provoca en las personas el contacto con estas orugas, portadoras de unos pelos capaces de causar penosos malestares. También de las lesiones que causan en perros y gatos que no reparan en olisquearlas o tocarlas con la lengua.

Victorino Pérez Andrés, natural de El Piñero, residente en Madrid y, además, jardinero, quedó más que sorprendido por las procesiones de orugas que halló al regresar días atrás a su pueblo. "Madre mía. Las puertas, las ventanas, el patio, el tejado y la fachada estaban invadidas de las malditas orugas. No entraron en la vivienda porque tenía colocadas unas tablas para cortar el aire y frenaban el paso. Estaba plagado. Me puse a barrerlas y a matarlas" expresa. Se da la circunstancia de que Pérez Andrés es alérgico a estos animales y recurrió a los antiestamínicos que lleva encima para evitar males mayores y no terminar por ir "a urgencias al clínico".

Las orugas recorrían las calles "España" y "Vista Alegre" del Piñero. "Era un río de orugas procesionarias provenientes de los jardines de la iglesia". Pone de relieve Victorino Pérez que en estos espacios verdes existen "dos pinos muy hermosos, pero con mucha falta de poda", y que además "están reventando el muro de contención"

Pérez Andrés critica al ayuntamiento por no proceder a la fumigación a su debido tiempo, en los meses de septiembre u octubre", para controlar las bolsas de orugas" y evitar "un perjuicio para las personas alérgicas, animales, niños y viviendas". Ha remido un escrito a la Alcaldía pidiendo que tome medidas y "ponga los medios para que en sucesivos años tenga en cuenta las fumigaciones en su época y no vuelva a suceder".

La explosión de orugas es un fenómeno conocido pero de difícil tratamiento porque los impactos pueden tener consecuencias medioambientales indeseadas.

Fuentes de la Guardería Medioambiental señalan que "hoy día no se sabe qué viene bien y qué viene mal" para hacer frente a esta especie de plaga que infesta las pinaredas.

Existe la convicción de que "las heladas prolongadas pueden provocar su muerte por inanición". Es conocido que estos bolsones de larvas son una fuente de alimento de diversas aves insectívoras, que se ceban de un modo pleno cuando hallan estos abundantes yacimientos. De hecho, fuentes de la Guardería consideran que las fumigaciones de la procesionaria realizadas con productos de forma intensa y con productos demasiado agresivos -"se les fue la mano"- pueden ser una de las causas de la pérdida de aves insectívoras. Hoy día la Junta de Castilla y León ha dejado de aplicar estas fumigaciones en la espera de que los predadores naturales hagan su labor y controlen la expansión desmedida de un insecto que en estas fechas desciende de los árboles para seguir su ciclo biológico bajo tierra "y transformarse en mariposa". "Los cebos con fermomonas es un métido interesante y allí donde se utilizan son efectivos y caen un montón de machos" aseguran fuentes de la Guardería.

Pedro Vega recalca la incidencia que puede tener la procesionaria en el futuro de los pinares "porque es perforadora de las gemas y destroza el crecimiento de los árboles". Vega va más allá y pone de manifiesto que "la procesionaria es muy cuca y de las camadas que se entierran sale a la superficie un 80 por ciento pero el otro 20 por ciento queda en el subsuelo y puede tardar dos años o tres en emerger, de modo que siempre se recupera.